Capítulo 3

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Él doctor dice que desmayarme fue producto de tanto el golpe como del alcohol y la falta de alimentos que tenía. Entonces, me dijo que por lo menos una semana tengo que quedarme para que me hagan revisiones sobre el golpe y que coma.

Gruño por lo bajo cuando el enfermero llega con una bandeja de comida, pero él dándome una cálida sonrisa la pone en mi mesa y sale de la habitación. Miro con recelo la comida pero mi estómago hace ruido al no comer por varios días, desde hace días que estoy en el hospital no quise probar nada porque no tenía hambre pero ahora sí.

— Tienes que comer.

Lucas se hace presente otra vez. Lo miro cruzada de brazos y casi que haciendo puchero. Él ladea la cabeza.

— No quiero.

— Eso dijiste las otras veces — se sienta en una silla cerca de mí. — y te las dejé pasar pero está no, anda saber hace cuánto no comes algo.

— Comía chocolates y una hamburguesa. — le digo, fue lo único que comía a veces.

— Si, tres veces a la semana, no? — alza una ceja. — Solo come un poco.

Suspiro.

— Bien, solo porque tengo hambre no porque tú me lo órdenes. — lo señalo con un dedo.

Él esboza una sonrisa torcida.

— Si tú dices.

Ignoro su comentario, su mirada y el sonrojo que me provoco, tomo la bandeja colocandola en mi regazo y empiezo a comer la fruta picada.

Aprieto los labios ante el silencio y el abismo que siento que hay entre nosotros, pero sé que es más de mi parte que de la suya.

Lo miro para ver qué él ya estaba viéndome con fijeza, sus ojos azules queman en mí.

— Ven, siéntate y come conmigo. — pido.

Alza las cejas.

— Ya no me quieres echar? — cuestiona serio.

— Vale, lo entiendo, estás enojado.

— No, no estoy enojado. — asegura. — Si tú me dices que me tire de un puente o que vaya hasta china para dejarte sola, lo hago. Pero no me agrada que me apartes cuando estás en una situación difícil, Kay.

Mi nombre salió bastante rudo y demandante que mi mente casi se iba a imaginar momento impuros..

Qué me pasa?!

Sacudo la cabeza y respiro hondo.

— No quiero ser una carga para nadie. — confieso.

Lucas se levanta de su lugar para sentarse al lado mío, casi me da un paro cardíaco cuándo sus manos toman mi rostro y hace que lo vea a los ojos.

— No eres una carga y mucho menos lo eres para mí. Bien? — asiento como tarada. — No pienses eso, nunca.

Vuelvo a asentir con la cabeza, él posa sus labios en mi frente y al separarse queda peligrosamente cerca de mí rostro. Ambos nos miramos, al querer hablar siento que no encuentro mi voz, entonces, humedezco mis labios y sus ojos van a mis labios.

TENEMOS UN 3312! TENEMOS UN 3312!

Salgo de mi trance cuando él pasa sus pulgares por mis mejillas.

— Lucas.. — susurro.

— Si, bonita? — susurra con su voz ronca y profunda.

Paso saliva.

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