Capítulo 23

931 65 3
                                    

La biblioteca oficialmente desde ayer está en remodelación así que solo me hago cargo de las cuentas, tanto en las redes sociales de esta como en un cartel pegado en el ventanal avisé que estará cerrada hasta nuevo aviso.

Mi agenda se achico a solo ir a las clases de danza y hacerme cargo de mi propia academia donde varios alumnos se inscriben a la semana, algo que me pone orgullosa de mi misma. Mis hermanos también lo están a pesar de que al principio discutimos porque ellos querían venderla, confían en que pueda hacerme cargo.

Las fiestas se acercan y es mi época favorita, me gusta dar regalos que a los demás le emocionan o pasar tiempo con las personas que quiero hasta emborracharnos y reírnos contando anécdotas graciosas. Y aún más porque siempre con mi familia los festajamos en Italia, la casa de mi abuelo.

La puerta de mi oficina me hace pegar un brinco en mi asiento, y una Max se hace presente por ella.

— Toca la puerta, rubio.

— Pequeña, después de las fiestas me voy a Suecia. — suelta, y de inmediato lo miro con tristeza.

Me levanto de mi lugar para abrazarlo con fuerza.

— Seguro?

— Si. Mis padres lanzarán su última obra en la galería en los días festivos y después nos iremos. — hace una mueca. — Ya me gustaba estar aquí.

— Ay, rubio. Pero aún falta como un mes y medio. — ánimo. — Podemos salir, y pasar tiempo juntos.

Él despeina mi cabello con cariño a lo que bufó.

— Claro que sí. Junto a los demás saldremos todos los días que se puedan. — me guiña un ojo y me rio

Me separó de él para sentarme nuevamente en mi silla y él se sienta en la de enfrente empezando a tocar todo lo que hay en el escritorio. Por un momento me distraigo para mandarle un mensaje a Lucas para hoy ir a su departamento con los chicos después del partido de Ian.

— Y hay algo que me quieras contar? — miro a Max dejando de lado mi teléfono.

Asiento con pesadez y él se acomoda mejor para prestarme atención con sus ojos brillantes puestos en mí.

— Ian me contó que a Lucas le gusta alguien. — suelto.

— Eso es genial! — frunzo los labios. — O.. no?

Apoyo mis codos sobre el escritorio y dejo mi mentón sobre mis manos unidas.

— Es que no dijo el nombre de la persona que le gusta. — Max bufa.

— Y tú dudas si es sobre tí, verdad. — asiento. — Por dios, Kay! No seas ciega.

Frunzo el ceño.

— Ciega?! Perdón si aún dudo de que alguien por más que sea mi mejor amigo se fija en mí! — alzo la voz, soltando lo que pienso. Max se sorprende. — Crees que es fácil? Todos ustedes lo ven fácil. Pero yo no, Maximiliano.

— Kay..

Niego con la cabeza.

— No. Todos me decían que si lo está, que vea cómo él me ve y todo eso. Pero Lucas siempre me vio igual, siempre me demostró su amor pero como mierda lo diferenció? — cuestiono, siento las ganas de llorar. — Hace meses estaba en una relación y yo no podía soportar la muerte de mis padres. Y si solo nos confundimos? Y si ambos nos sentimos solos? Y si...

— Y si dejas de cuestionarte y le preguntas de una vez que siente por tí?! Kay, si tú misma no pones lo que hay que poner, jamás sabrás las cosas. — me interrumpe Max, levantándose de su silla. Me quedó callada. — Saca a la mujer que conocí en ese club, carajo!

Amándote Donde viven las historias. Descúbrelo ahora