Capítulo 32 {Final}

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Nota: Holaa, como están? Subo de nuevo el capítulo final porque ubo un error de publicación pero ya está todo en orden.
Aprovecho para agradecer el apoyo que me dan, lxs quiero.✨
Continúen con la lectura:

¿Cómo sabes cuándo vas sanando?

Cuándo lo que te dolía antes deja de doler, o cuándo ya no lloras cómo una niña pequeña escondida entre sus mantas. Supongo que cuando las espinas que nos salieron se vuelven aprendizajes, cuando la herida va cicatrizando poco a poco y en vez de lamentarnos empezamos a recordar con gratitud lo vivido. 

Eso siento.

Gratitud de haberme tocado la mejor familia, unos padres que me críaron con amor y sabiduría, también unos hermanos fieles y cuidadores a pesar de nuestras diferencias. Amigos incondicionales, esos que con sus chistes te hacen olvidar por momentos tu dolor y que con su compañía te alejan de la soledad.

Extraño mucho a mis padres y me duele no tenerlos conmigo, pero sigo de pie especialmente por ellos, que me enseñaron a no rendirme y ser feliz cueste lo que cueste.

Sostengo con fuerza la fotografía de mis padres abrazados y sonrientes a la cámara, se las tomé en nuestro viaje a la ciudad Nápoles en Italia por su aniversario.

***

Clara y Diego están detrás mío hablando, más bien discutiendo, sobre política.

Ruedo los ojos.

— Se pueden callar. — gruño dándome la vuelta para encararlos. — Porque en vez de discutir como dos tarados, no van y compran algo en una de las ferias.

Mi hermana se pone sus anteojos de sol color marrón y sin decir nada se dirige a los puestos de feria. Diego con su ropa veraniega, al igual que todos porque hacen demasiada calor el día de hoy, se cruza de brazos.

— Le estaba ganando. — mascullo en mi dirección.

Alzo una ceja y limpio el sudor de mi frente.

— Clara siempre será más inteligente que tú, aceptalo. — engancho su brazo con el mío y empezamos a caminar. — Pero si quieres que te consuele, admito que eres mi hermano favorito.

Se ríe, pone sus manos en los bolsillos de su bermuda.

— Lo sabía. — me sonríe presumido.

Achico los ojos.

— Y yo?

— Tú, qué?

Arrugo el entrecejo.

— No soy tu hermana favorita?

Ladea la cabeza.

— De sangré o legal?

Abro la boca ofendida.

— Me estás diciendo adoptada?! — chillo, lo suelto fingiendo molestia y corro hacia mis padres. — Mamita, papi! Diego me dijo adoptada!

— Tu asumiste ser adoptada! — él corre detrás de mí.

Nuestros papás solo voltean a vernos sobre el hombro y juraría que mi padre le dice a mi madre que es mejor habernos dejado en casa. Al llegar a ellos rodeo la cintura de mi madre.

— Diego deja de molestar a tu hermana menor. — lo regaña y le saco la lengua a lo que él me la devuelve. — Niños..

— Ella empezó!

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