Capítulo 25 ( Parte I )

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La semana se pasa volando a pesar de que ni una cadena de buenos días de mi abuelo me alegra. La biblioteca aún sigue en remodelación, deje la academia por el atrevimiento de Sebastián y en mi academia paso horas viendo los ensayos.

Me despojo de cada prenda en mi cuerpo, la dejo en el cesto y me acerco a la ducha para moderar el agua, estaba a nada de entrar pero el sonido de la puerta tocar me deja en mi lugar.

— Quién?! — alzo la voz, enredo mi cuerpo en una toalla.

— Tu bonito. — escucho a Lucas.

Paso saliva.

Me quedó parada a mitad de la sala y sostengo con fuerza la toalla para calmar mis nervios. Realmente sabía que vendría en algún momento ya que literalmente hace una semana no nos vemos, solo compartimos algunos mensajes.

— Kay, estás bien? — me quedo en silencio. — Bonita, habla.

Su tono preocupante remueve mi pecho, así que doy cortos pasos hasta tener entre mis manos la manija de la puerta, giro la llave y tiro hacia abajo hasta abrirla. Un Lucas vestido con pantalón de mezclilla beige y una camisa blanca se hace notar, lo que provoca que quede embobada de lo bien que se ve.

Miro sus ojos azules cuando carraspea.

— Interrumpí tu ducha?

Parpadeo.

— Ah? — me miro y rio. — Si, estaba a nada de irme a ba... El agua!

Salgo corriendo al percatarme de mi descuido, escucho la puerta principal cerrarse y la baja risa de Lucas detrás mía. Corro la cortina, y cierro la llave de la ducha.

Me llevo las manos a la cabeza y suspiro.

— Mierda, mierda. — me regaño en voz baja. — Que olvidadiza soy.

No es la primera vez, llevo días así de que mi cabeza está en otro lugar menos en el presente, ya casi una vez deje las llaves del otro lado de la puerta y jamás me pasó.

— Ey, tranquila. No es para tanto.

Siento las manos de Lucas en mis hombros para así girarme enfrentándolo, el frío metal de sus anillos acaricia mi mejilla.

— Si lo es. No sé que me pasa. — bufó. — Me olvidó de todo, todo me sale mal y.. me siento frustrada.

Cierro los ojos con fuerza, el pelinegro no me dice nada pero si me atrae a su cuerpo rodeandome con sus brazo sobre mi cuello y reparte caricias en mi espalda.

Apoyo mi cabeza en su duro pecho.

— Lo siento. No tienes porque presenciar mi mala vibra. 

Él apoya su mentón en la cima de mi cabeza.

— Está bien. No todos tenemos días buenos. — comenta. — Pero me quieres contar que ocurre? No eres de las que se quejan y ya no te regañabas a ti misma hace.. tiempo.

Tiene razón. Y si, no siempre podemos tener días buenos.

Me separó un poco de él para alzar la mirada y clavándola en la suya a pesar de que competir con su mirada intimidante es una batalla perdida.

Hago una mueca.

— Pasaron cosas.. — simplificó. — El estrés de la academia, y al tener menos trabajo mi energía paso de flash a tristeza de intensamente.

Él sonríe de lado con diversión, su mano acuna mi mejilla y su pulgar acaricia la misma.

— Y está bien. — me dice. — No tiene nada malo. Acaso no crees que yo no paso de enojo de intensamente a felicidad?

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