1.8 «Fiesta»

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De acuerdo.

Ángel tenía todo bajo control cuando el plan había tomado forma dentro de su cabeza. Se los podría prometer. Desde el más mínimo detalle estaba considerado. Ya fuera la pequeña tira de papel decorativo de colgaba de una esquina, hasta toda la comida que los invitados pudieran comer.

Todo estaba controlado. Considerado... y monitoreado si así lo desean pensar.

Pero como es de imaginarse, Ángel no espero lo inesperado.

Vaya que no.

La semana pasada se concentró exclusivamente en que la fiesta tomara forma. Y el mes anterior a este lo utilizó para recaudar fondos y analizar las variables.

En una fiesta tranquila ―Ángel hacía énfasis en este última palabra― se esperaría una decoración basada en globos con helio, guías de papel, serpentinas y carteles de "¡FELICIDADES!" por todo el salón. Se imaginaba una mesa con pequeños tazones llenos de frituras, vasos con soda, y uno que otro emparedado. Creía que con un DJ ligeramente preparado, amigo de un compañero, bastaría.

Ilusamente, pensó que ni una gota de alcohol tocaría la puerta de la casa.

¿Pero a quién quería engañar?

A nadie podía.

Son adolescentes. Y entre tantos adolescentes, también están los famosos "colados" que nunca faltan a una fiesta. Ahora bien, estos pueden clasificarse en dos: los inofensivos que sólo tratan de comer y beber gratis, y los malditos que buscan crear caos ante cualquier oportunidad.

Y ahora, estaba muy ocupado tratando de hacer el recuento de los daños como para pensar en los idiotas que sobrecargaron con vodka barato las bebidas.

Malditos.

¡Hasta Mariana quedó ebria!

¡Mariana, la cual era el motivo de todo este asunto!

Pero ella aún seguía durmiendo en la habitación de Jonathan. Después podrá ocuparse del caos que armará al saber lo que pasó.

Jamás volverá a realizar una fiesta de más de tres personas. Eso está dicho.

―De acuerdo, lo admito: soy un poco culpable del cargo que se me acusa ―Ángel terminaba de colgar la última serpentina en una pequeña guía de globos.

―Finalmente te das cuenta de que eres un maníaco al momento de planear cualquier cosa ―Jonathan hizo un pequeño nudo al globo que había estado inflando, y lo lanzó a Ángel, quien lo recibió con una sonrisa.

―Esto no se trata de cualquier cosa, Jona ―el menor comenzó a dirigirse al sofá, donde su amigo estaba sentado, con un brazo extendido sobre el respaldo y el otro en el reposabrazos.

Ángel se sentó junto a Jonathan, su espalda apenas y rozaba el brazo de su amigo.

Estuvieron así por varios minutos, contemplando la decoración que juntos habían estado colocando. Y, aunque en un principio Ángel no quería que Jonathan le ayudara ―argumentado que ya había hecho mucho con el sólo acto de dejar usar su casa como lugar para la celebración― éste se rehusó a toda costa.

No dejaría que todo el trabajo lo hiciera sólo él. Si una fiesta iba a celebrarse por muchos, no le parecía justo que una persona preparara todo.

Por lo que tomó una bolsa llena de globos, un carrete de hilo, y mucho, pero mucho aire. Para cuando hubiera terminado la guía que tenía planeada, sus pulmones estaban hechos pequeñas bolsas arrugadas.

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