Capítulo 8: Amenazas

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DEVON

–El príncipe azul ha llegado. –me avisó Cassandra desde la barra.

Instantaneamente llevé mis ojos hacia la puerta, pero no reconocí a nadie.

–¿De quien hablas? –pregunté con indiferencia, volviendo a mirarla.

–Philip, el novio. –habló–. ¿No lo ves? Mira, ahí va, junto con sus amigos. –me intrucionó ella, inclinándose en el mármol y apuntando disimuladamente.

Cuando volvi a voltear, apenas recoconcí su rostro, se encontraba cambiado desde la vez que lo conocí antes de que me fuera; lo habia conocido aquí mismo, cuando el lugar no era más que un aburrido bar de jóvenes, antes de que Cassandra manipulara al dueño para que me lo vendiera a mí.

Philip ahora tenía el doble de su tamaño, su cabello se encontraba corto y se unía con una fina capa de barba, pareja y bien cortada. Una habilidad que, muy por dentro, podía confesar que envidiaba.

No tardé mucho en recorrer el lugar con mis ojos en busca de Amber, pero esta no se encontraba allí. Cosa que, por alguna razón, ya sabía.

Instantaneamente cuando volví mi atención a la barra, mi móvil vibró, era un mensaje de Nicolai.

"Ya la encontré, creo que estaba en su universidad."

Reí por lo bajo al leer su ubicación, era viernes por la noche y la rubia no tenía mejor cosa que estudiar mientras su novio se divertía con sus amiguitos en mi bar.

"De acuerdo, asegurate de que llegue a donde sea que vaya."

Escribí rápido para luego enviar el mensaje.

–¿Qué planes tienes para tu primer viernes de vuelta? –me preguntó Cassandra de repente, haciendo que quitara mi atención del celular.

–No lo sé, estoy cansado. –hablé con sinceridad mientras terminaba el final de la cerveza sin ni un problema.

El esfuerzo por intentar abrir el estupido portal me había agotado las energías, y lo único que quería era dormir.

La morocha dejó salir un corto suspiro antes de responder

–Vamos, ¿de veras? Antes eras más divertido. –protestó ella–. Tu padre te ha corrompido.

Sonreí al escucharla, pensando que, en realidad, había sido al revés. Antes de irme me encontraba perdido, no sabía lo que realmente quería y creía saberlo todo. Pero era solo un crío que no tenía idea cómo enfrentar sus problemas y mucho menos su verdadera identidad.

En cambio, ahora sabía con claridad quién era, y me enorgullecía serlo. Podria tener al mundo comiendo de mis putos pies si así lo queria, pero no había porqué malgastar mi poder, ya habría tiempo para utilizarlo.

–No, antes era un puto crío –le dí a sabaer–, antes me divertía porque lo nesecitaba, ahora elijo divertirme cuando estoy aburrido, y creeeme, no quieres aburrirme. –la amenacé mientras la señalalaba con mi vaso vacio.

–¿Eso es una amenaza diablillo? –me explico–. Porque, si quieres, podemos ir a divertirnos ahora mismo. –ofreció ella mientras apuntaba hacia las cortinas rojas.

Negué con la cabeza y largué una risa ahogada al escucharla, extrañana el humor sucio de la morocha.

–Creeme, cuando quiera divertirme, me divertiré, pero no contigo. –le aseguré mientras obervaba cómo hacía puchiero por un segundo para luego notar como su rostro se transformaba al ver algo por encima de mi hombro.

HELLBORN: El regreso del fuego [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora