Capítulo 12: Devon

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AMBER

Toqué el timbre por tercera vez mientras cubría mi cabello con mi abrigo, ademas de la nieve que caía con fuerza desde el cielo, aquella noche hacía un frío de muerte, y Philip todavía no contestaba.

Luego de una hora de pelearme con mi mente sobre qué era lo que debería hacer, había decidido ir a disculparme con el rubio. La verdad era que Philip era lo único que realmente me dolería perder en mi vida, y no dejaría que mi orgullo sea el responsable de alejarlo de mi vida.

–Mierda. –hablé hacia mis adentros mientras me acercaba a la gran puerta de cristal para intentar mirar hacia adentro del lobby.

Odiaba que su edificio no tuviera portero, y me encontraba insultando al dueño de la construcción al respecto cuando se me ocurrió la brillante idea de llamarlo.

Pero, como era de esperar, este no respondió.

Así que me vi obligada a llamar a su mejor amigo quien, gracias a dios, contestó al tercer tono.

–Scott, hola. –hablé con alivio.

–¿Amber? ¿Está todo bien? –se preocupó él.

No era propio de mí llamarlo, nuestra relación no era para nada cercana y me pareció lógico que se preocupara.

–Si, ¿sabes dónde está Philip? –le pregunté, concentrándome en mi objetivo.

–Eh... No, no lo sé. –contestó él con clara incomodidad.

Estaba ocultando algo y podía sentir su nerviosismo desde aquí, aquel hombre era horrible para mentir.

–Algo me dice que sí sabes, dime dónde está. –hablé cortante, ahora dirigiéndome hacia mi vehículo aparcado en la vereda.

–¿Por qué no lo llamas? –me propuso él.

–No contesta. –le informé.

Ahora podía escuchar como comenzaba a respirar más fuerte, señal de que se encontraba en un aprieto.

–Si no me dices, me veré obligada a decirle a Sarah lo que me has confesado sobre ella aquella noche ebrio. –lo amenacé.

Sabía que estaba jugando sucio, pero en aquel momento no me importó.

–¿Qué cosa? ¿Cuándo? –se interesó de repente.

–¿No lo recuerdas? De seguro estabas muy borracho, porque has largado cosas que nunca me hubiera imaginado que pudieran salir de tu boca. –volví a espantarlo mientras entraba en el auto.

–De acuerdo, de acuerdo, está en el Castelle. –confesó de repente, produciendo que una pequeña sonrisa de costado se apareciera en mi rostro–. Por favor, sea lo que sea que dije, no le cuentes a Sarah.

–De acuerdo, gracias. –finalicé para luego cortar la llamada.

Tuve suerte al no tener que explicarle qué era lo que había dicho, porque la realidad era que no se trataba de nada grabe, solo me había confesado al aire que mi amiga estaba buena y que el hombre que lograra conquistarla sería suertudo, pero había sido lo justo y necesario para hacerme comprender que el pobre se encontraba perdidamente enamorado de ella.

Por un momento, me sentí mal por haberlo amemazado de aquella forma. Pero el arrepentimiento me duró poco, porque el momento en que encendí mi auto, mi concentración viajó al bar Castelle y a la pregunta de qué se suponía que hacía Philip allí, sin Scott y sus amigos un miércoles por la noche.

Luego de aparcar mi vehículo a unos metros de la entrada, corrí para escaparme de la nieve y me adentré en el lugar para comenzar a inspeccionar los pocos presentes en busca del rubio.

HELLBORN: El regreso del fuego [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora