AMBEREra Devon, aunque me mirara sin un dejo de sentimiento, sus ojos eran los mismos, y la forma en la que se paraba, imponiendo respeto y autoridad, no había cambiado ni un poco.
No tenía idea como seguir, me había quedado petrificada, y observar caminar con tranquilidad hacia adentro de la oficina me ponía cada segundo más inquieta. Debía mostrar seguridad, pero, hasta el momento, se me estaba haciendo muy difícil.
–Siéntate. –me ofreció él, mientras ocupaba la silla de cuero.
–No –contesté al instante. No quería sentarme, quería explicaciones. –. Así que has vuelto. –afirmé mientras tomaba con las manos el respaldo de una de las sillas de mi lado y me apollaba en ella.
–Temporalmente, por trabajo. –habló con una ironía desagradable mientras se sentaba en la gran silla de escritorio.
De repente, todo cobró sentido, que Devon se encontrara en Nueva York respondía a por qué habían vuelto a aparecer infranos, mis últimas visiones, y mi creciente inquietud estos últimos días....
El morocho había vuelto, y se notaba en el aire.
–¿Dónde mierda estabas? –pregunté, todavia firme en mi lugar.
Sabía dónde había ido, pero, por alguna razón, a la Amber humana que todavía vivía dentro de mí, le costaba entenderlo.
–Sabes bien dónde estaba, cazadora de oro. –escupió en forma de burla el sobrenombre que no escuchaba hacía rato.
El año en que cerré los portales de la ciudad, la sociedad de cazadores me había nombrado como la "Cazadora de oro", un apodo que le otorgan a aquel cazador que logre cosas poco convencionales como tal.
Pero lo que me preocupaba era qué lo sabía, y no me privé de hurgar al respecto.
–Así que, donde sea que estabas, has estado hurgando en mi vida. –lo inculpé.
Devon soltó un suspiro para luego tomar el anillo que se encontraba en el escritorio y recostarse nuevamente en el respaldo.
–No te sientas halagada –aclaró mientras jugaba con el anillo, ahora en su dedo índice–. Era mi trabajo –confesó, para luego agregar–. Y se llama infierno, tranquila, no te pasará nada si lo dices.
Me estaba tintantando tomar el pelo, y no lo soportaría.
–Devon –todavía no se sentía real volver a decir aquel nombre, pero ignoré aquella sensación–. Podrás haber cambiado en estos 5 años, pero yo también lo hice... –incliné mi cabeza para apuñalarlo con la mirada.
–No parece que hayas camabiado mucho –habló con atrevimiento mientras seguía torando el anillo, e intenté hablar, pero él no me lo permitió–. Digo, no sé qué tan buena cazadora eres ahora si todavia te puede vencer un inutil infrano perdido.
Devon ahora apoyaba los antebrazos en el escritorio, y una asquerosa sonrisa de costado se le apareció cuando volvió a levantar la vista hacia mí.
–Me ha tomado desprevenida, hace mucho que no..- –pero frené de golpe al darme cuenta que la explicacion no valía la pena.
Y el morocho no pareció querer desafiarme, porque hizo girar su silla para enfrentar el ventanal, dándome la espalda por completo, así que decidí que eso era suficiente.
–Como sea..., ¿dónde está Philip? –pregunté, algo que pareció inquietarlo, porque se removió en el asiento por un segundo–. Te estoy hablando. –bufé por lo alto.
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HELLBORN: El regreso del fuego [En curso]
Fantasía"Para el hijo del diablo, romper las reglas es básicamente una obligación." "Todo ese dolor que estas sintiendo, úsalo, conviértelo en poder." Pasaron 3 largos años desde la última vez que la rubia escuchó sobre él, y ahora ella parece tenerlo todo...