Capítulo 15: El hotel Sinaí

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DEVON

–Gracias. –la escuché susurrar entre jadeos, acercando su cuerpo desnudo hacia el mío, en un intento por acercarse a mi lado.

–¿Gracias por que? –pregunté por lo alto, mientras quitaba su brazo de alrededor mío y corría hacia su lado de la cama para quitármela de encima.

–Por lo bien que lo haces. –habló Robin, ahora recostándose contra el respaldo de cuero.

Exhalé al escucharla, para luego caminar hacia mi baño.

–Ah, no hay de que. –hablé mientras cerraba la puerta a mis espaldas, dejándola sola en la habitación.

Me tomé mi tiempo para mear y cerré los ojos mientras esperaba, se sentía bien, no había nada como ir al baño despues de follar.

Luego de lavarme el cuello con agua caliente en un intento por borrar los besos que la mujer había robado a pesar de mis pedidos, volví a su encuentro.

–¿Señor Hellborn? –la escuché preguntar mientras entraba en mi cuarto de armario.

–Que. –dí pie para que siguiera.

No estaba seguro de querer darle aquella libertad, pero Robin era una de las pocas mujeres que trabajaban aquí que me caían bien, así que dejé que preguntara libremente.

–¿Quién es Amber? –largó de repente.

No tardé en volver a la habitación, para encontrarme con la mujer desnuda arriba de mi cama.

–Es hora de que bajes –le informé–. Busca a Cassandra, ella te dará lo que te corresponde.

La observé revolverse el cabello corto para luego suspirar y finalmente levantarse.


Cuando escuché como la puerta del ascensor se cerraba, respiré hondo para calmar mi enojo, aquella mujer había estropeado mi intento por sacarme a la rubia de la cabeza.

No podía soportarlo más, habían pasado días pero todavía sentía su puto perfume en los pulmones y, aunque la cicatriz ya no se encontrara allí, podía jurar sentir el filo de la navaja cortándome la sien sin parar.

–¡Aaah! –mi grito resonó por todo el departamento, y fue demasiado tarde cuando el estruendo del televisor rompiendo el vidrio me devolvió la cordura.

Permanecí quieto con las cejas levemente alzadas, mientras observaba cómo salía despedido desde el ventanal de la sala.

Segundos después, el último estruendo del aparato resonando contra el pavimento se escuchó a lo lejos, junto con un par de gritos ahogados de gente que pasaba debajo, y me acerqué para observar la escena desde arriba.

El aparato no pareció aplastar a ninguno de ellos, y les sonreí con tranquilidad luego de volver a alejarme de la ventana rota.


Caminé por el pasillo de hospital por el que habia entrado con tranquilidad, mientras me arreglaba la ropa y emprolijaba el cabello. Aquel loquero era antiguo, y se notaba en las paredes. Los techos eran altos y contaba con columnas con diseños elegantes que se extendían en las salas de estar, en donde algunos viejos con las manos en unos cubos de almohadillas se distraían mirando la televisión.

Todos excepto uno, que miraba mi dirección, y seguía mi recorrido con la mirada. Me encontraba casi a punto de pasar la habitación, cuando escuché como alguien me llamaba con pequeños chasquidos.

Al llevar mi mirada atravez de mi hombro, reconocí que era el mismo viejo apartado de sus compañeros.

Me tardó un momento reconocer que este, en vez de aquellos guantes protectivos, contaba con un traje que ataba sus brazos entrecruzados por la espalda, dejándolo inhabilitado de usarlos en absoluto.

HELLBORN: El regreso del fuego [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora