n u e v e

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Dev está sentada frente a mí, con una sonrisa astuta en los labios y una hamburguesa casi entera en la mano. Yo, entre bocado y bocado, trato de olvidar la escena de anoche, la mentira absurda que le solté a Mike y cómo él desapareció sin mirar atrás. Pero no puedo. Ni el sabor de la hamburguesa ni las bromas de Dev logran distraerme.

—Entonces... —empieza Dev, levantando una ceja y mirándome como si hubiera descubierto algo genial—, ¿me estás diciendo que le soltaste lo del novio falso y el hombre se quedó de piedra? ¿Así, sin más?

Asiento con la boca llena y trago rápido, un poco avergonzada.

—Fue lo primero que se me ocurrió, ¿vale? Me sentí ridícula, pero... no sé, me dio la sensación de que, por un segundo, estaba celoso o algo así.

Dev lanza una risa breve, divertida, y se inclina hacia mí, llena de entusiasmo.

—¡Eso es perfecto! —exclama, como si acabara de descubrir el plan del siglo.

—¿Cómo que perfecto? —pregunto, arqueando una ceja y tragando otro bocado de hamburguesa.

Dev desliza su hamburguesa a un lado y, con un brillo travieso en los ojos, da un par de palmadas antes de anunciar:

—Vamos a conseguirte un novio falso, Ali. Un chico guapo y dispuesto, para darle celos de verdad y que se dé cuenta de lo que se está perdiendo.

Casi me atraganto. No sé si reír o poner los ojos en blanco.

—Dev, ¿un novio falso? —me echo a reír, porque toda la idea me parece una locura—. ¿Y de dónde voy a sacar un "novio falso" así de la nada?

Devorah me mira con una expresión que grita "confía en mí", y a su lado, mi hamburguesa ya parece olvidada. Hay algo en su entusiasmo contagioso que hace que la idea no suene tan descabellada... o tal vez es la desesperación de haber dicho la mentira en primer lugar.

Dev se levanta con la rapidez de una gacela, sus ojos brillando con la misma chispa traviesa que siempre la caracteriza. No me da tiempo a protestar.

—¡Vamos a buscarte un novio ahora mismo! —dice, como si fuera la respuesta a todos los problemas del universo, y, en un abrir y cerrar de ojos, ya está en la puerta de mi habitación. Sin esperar a que yo siquiera pueda procesarlo, la puerta se abre con un giro dramático y, como si el destino hubiera conspirado, aparece un chico saliendo de la habitación de al lado.

Y ahí está: alto, moreno, con una camiseta de un grupo de rock que no reconozco, lentes de pasta que parecen de otro siglo y una pila de libros en las manos que lo hacen parecer una mezcla entre intelectual y alguien que lleva toda la vida de estudiante. Lo miro, él me mira, y la magia del momento está en el aire.

Dev, con una sonrisa digna de un ángel travieso, se vuelve hacia mí, los ojos encendidos por la emoción.

—¡Esto es el destino, Ali! —dice, como si acabase de descubrir el sentido de la vida.

El chico se da cuenta de que lo estamos mirando, un poco desconcertado. Se ajusta los lentes de manera exagerada, como si intentara medir nuestra intensidad visual, y pregunta con una leve sonrisa en los labios:

—¿Eh... todo bien?

Antes de que pueda decir algo, Dev ya está en modo "madre protectora" —bueno, en realidad "madre armada con una idea loca"—, avanzando hacia él con una seguridad que ni ella misma entiende.

—¡Hola! Soy Dev, y esta es mi amiga Alisa —dice mientras me señala con una mano, como si me estuviera presentando a la realeza—. Estábamos buscando a alguien que pudiera hacerse pasar por el novio de Alisa... solo por una pequeña emergencia.

Somos como estrellas (REESCRIBIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora