El mundo se siente distinto después de las palabras de Mike. Como si el aire que respiro estuviera impregnado de algo nuevo, algo que no termino de entender pero que me cala hasta los huesos. No es solo lo que dijo, sino cómo lo dijo, con esa mezcla de certeza y vulnerabilidad que tiene la verdad cuando se pronuncia sin reservas. Tú, Alisa. Me gustas tú.
La frase sigue flotando en mi mente, repitiéndose como el eco de una melodía que no puedo ignorar. Y, sin embargo, siento que estoy atrapada entre dos realidades: la que habitaba antes de escucharlo y la que él acaba de construir con sus palabras. Estoy suspendida en un espacio intermedio, intentando dar sentido al vértigo que eso me provoca.
Me siento expuesta, como si él hubiera descifrado algo que ni yo misma sabía de mí. Al mismo tiempo, hay una chispa de alivio en su confesión, como si por fin alguien hubiera encontrado la llave para abrir una puerta que llevaba demasiado tiempo cerrada.
Pero ese alivio viene acompañado de un peso, uno que me oprime el pecho. Porque sé que no soy buena manejando sentimientos tan grandes, tan imprevisibles. Me asusta lo que Mike pueda significar para mí, lo que yo pueda significar para él. Me asusta abrirme y dejar que me vea como soy, con todas mis imperfecciones y miedos.
Mi cabeza está llena de preguntas que no sé cómo responder. ¿Qué significo para él? ¿Qué siento yo realmente? ¿Y por qué, en lugar de claridad, su declaración ha desatado este caos dentro de mí?
—¡Pero qué guapos estáis!
El grito atraviesa la tranquilidad del piso como un disparo y, por poco, se me sale el corazón del susto. Doy un respingo tan grande que hasta Mike, con toda su tranquilidad habitual, parece alarmarse. Me giro instintivamente hacia la fuente del alboroto y ahí están ellos: Charlotte, en toda su gloria maternal, con una sonrisa que ilumina más que el sol de Los Ángeles, y mi padre, Daniel, con esa expresión que mezcla orgullo y reproche, como si siempre estuviera a punto de darme un discurso sobre responsabilidad.
Cameron es el primero en reaccionar. Se levanta con una energía que parece sacada de un anuncio de cereales y se lanza a abrazar a su madre, quien lo recibe como si no lo hubiera visto en años, aunque probablemente hablaron ayer. Y luego está mi padre. Ahí de pie, abriendo los brazos hacia mí, como si fuera el protagonista de una película dramática.
Y yo... ni siquiera pienso. Antes de darme cuenta, mis piernas ya han tomado la decisión por mí. Estoy corriendo hacia él, sintiendo cómo se aprieta ese nudo en mi garganta que no sabía que tenía. A mitad de camino, pienso que quizá debería hacerlo con más dignidad, pero la verdad es que la dignidad nunca ha sido mi punto fuerte.
Cuando por fin llego a sus brazos, el abrazo es como volver a casa después de un largo viaje. El tipo de abrazo que te recuerda quién eres, incluso cuando llevas semanas sintiéndote un poco perdida. Huele a su colonia de siempre, esa que huele como si la comprara en una tienda especializada en padres clásicos, y por un instante, todo se siente bien en el mundo.
—Te he echado tanto de menos, ratoncito —dice, y no puedo evitar reírme.
—Papá, no me llames así.
—Si te lo dejo pasar ahora, luego me arrepentiré —bromea, pero su voz está cargada de ternura.
Charlotte, mientras tanto, aprovecha la escena para repartir abrazos como si fueran golosinas. Abraza a Cameron, a Adam, y está a punto de atrapar a Mike, pero este se escabulle con una sonrisa nerviosa que no puedo evitar encontrar divertida.
Empiezo a tener bastante claro que no le gusta el contacto físico.
Y ahí estamos, un grupo peculiar en medio del salón. Mi padre, mi madrastra, mis amigos, el chico que acaba de declararse y yo, que he pasado de él. Todos juntos en un cuadro tan caótico y entrañable que parece sacado de una comedia. Y, por un momento, todo ese torbellino emocional que Mike ha desatado en mí se queda en pausa. Porque, aunque las cosas están lejos de ser perfectas, no puedo evitar sentirme completa. Al menos por ahora.
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Somos como estrellas (REESCRIBIENDO)
Teen FictionAlisa Jones creía que lo sabía todo. Sabía que la universidad era su renacer, un refugio donde las sombras de su pasado no podían alcanzarla. Sabía que su mejor amigo, Cameron, era su puerto seguro, el único constante en un mundo lleno de caos. Sabí...