Me miro en el espejo, ajustando el suéter por tercera vez. El tejido negro se desliza suavemente bajo mis dedos, y me pregunto si debería haber elegido algo más colorido para la ocasión. Siempre he sido del tipo que prefiere la comodidad sobre la moda, pero esta noche es especial. No una ocasión extraordinaria, sino más bien una de esas noches que llevan una carga de nostalgia anticipada, y quiero que todo sea perfecto.
Inspiro profundamente y dejo que mis ojos recorran mi reflejo una vez más, inclinando ligeramente la cabeza para evaluar el conjunto. El suéter negro, los jeans ajustados y las botas que he elegido parecen una combinación sencilla, casi desprovista de esfuerzo. Sin embargo, no puedo evitar cuestionarme. ¿Es esto suficiente?
—¡¡Alisa!! —la voz de papá irrumpe en mi pequeño ritual, resonando desde algún lugar en la planta baja—. ¿Te queda mucho?
Un suspiro escapa de mis labios mientras me doy cuenta de que llevan un buen rato esperándome. Suelto la respiración que no sabía que estaba conteniendo y decido que, en realidad, todo está bien. Me acerco al pequeño tocador en la esquina de mi habitación, y tras un segundo de duda, rocío un poco de colonia sobre mis muñecas y cuello. El aroma familiar se expande en el aire, invadiendo la habitación y llenándola de una dulzura que me trae recuerdos de otras noches como esta.
—¡No! —respondo rápidamente, intentando no atragantarme con la colonia mientras me apresuro a responder—. ¡Ya bajo!
Antes de salir de la habitación, me vuelvo hacia Blue, nuestro gato, que yace despreocupado en su rincón favorito de la cama. Es un gato blanco, gordo y con tanto pelo que casi parece una bola de nieve. Blue siempre ha sido un poco perezoso, pero su mirada tierna y esos ojos verdes brillantes siempre logran hacerme sonreír. Lo adoptamos papá y yo hace unos años, cuando nos quedamos solos. Fue en un momento en el que ambos necesitábamos algo que nos uniera, y Blue se convirtió en ese algo, una constante en nuestras vidas que nos brindaba consuelo.
—Me voy, Blue. No hagas travesuras, ¿vale? —le digo, sabiendo perfectamente que no me escucha o, si lo hace, simplemente no le importa.
Salgo de la habitación y bajo las escaleras con prisa, aunque cuidando de no tropezar, no seria la primera vez que me caigo de cabeza contra las escaleras. Al llegar a la entrada, papá y Cameron ya están allí, esperándome. Papá luce su típica expresión impaciente, pero hay una chispa de alegría en sus ojos cuando me ve. Cameron, mi hermanastro y mejor amigo desde que puedo recordar, se apoya contra la pared con los brazos cruzados, una sonrisa divertida asomando en sus labios.
De repente, Charlotte aparece en la puerta de la cocina, su rostro iluminado por una sonrisa amplia que siempre me hace sentir bienvenida. Aunque no es mi madre biológica, Charlotte ha sido una figura materna para mí desde que tenía ocho años, cuando se mudaron al barrio después de que se separara de su marido. Ella y Cameron se integraron en nuestras vidas como si siempre hubieran estado allí, y hace dos años, cuando se mudaron definitivamente a nuestra casa, todo simplemente encajó.
—Estás preciosa —me asegura Charlotte, observándome con esos ojos cálidos que siempre han sabido hacerme sentir segura—. Ese nuevo corte te queda muy bien.
No puedo evitar sonrojarme un poco mientras paso la mano por mi cabello recién cortado. Charlotte siempre ha tenido una habilidad especial para hacerme sentir bien conmigo misma, incluso en los días en que no me siento del todo segura. Y esta noche, su aprobación tiene un significado especial. Es nuestra última cena juntos antes de que Cameron y yo nos vayamos a la universidad en Los Ángeles. Un pensamiento que he tratado de no dejar que pese demasiado en mi mente, pero que ahora, mientras miro a mi familia, se siente más real que nunca.
—¿Lo tenemos todo? —pregunta papá, mirando alrededor con una ceja levantada, como siempre hace cuando está en "modo papá", asegurándose de que nada se nos escape.
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Somos como estrellas (REESCRIBIENDO)
Teen FictionAlisa Jones creía que lo sabía todo. Sabía que la universidad era su renacer, un refugio donde las sombras de su pasado no podían alcanzarla. Sabía que su mejor amigo, Cameron, era su puerto seguro, el único constante en un mundo lleno de caos. Sabí...