CHAPTER 2

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Luego de una armoniosa cena llena de risas y recuerdos familiares, Jimin se dirigió al enorme patio de la casa de sus padres.  Observaba la estrellada noche tras el ventanal del salón. La luna llena compañaba la vista dando un gran espectáculo para los ojos de Jimin. Tenía sus manos entre los bolsillos de su abrigo, admiraba el bello jardín de la casa de sus padres el cual estaba decorado por flores y plantas de todo tipo.

– Nos ganaste, hijo mío.– el señor Park hizo presencia dentro del gran salón.
– ¿A que te refieres? – Jimin voltea y se para frente a frente a él.
– París, era el lugar donde tu madre y yo nos iríamos a disfrutar de nuestra vejez.

Jimin se sentía apenado tras la confesión de su progenitor. Sus labios se separaron levemente dejando una expresión de sorpresa.

– Jamás me comentaste aquello, padre.
– De hecho, ni Jihyun lo sabía.– el señor Park se dio la vuelta y comenzó a caminar por el gran salón decorado.– No sé verdaderamente tu afán en mudarte a Paris y dirigir la sucursal.

Jimin baja la mirada y suspira. El tono serio lo asustaba. Sabía que su padre quería interrogarlo y sacar información sobre su decisión.

– Pero lo respeto, hijo. No soy quien para cuestionarte, eres un adulto, has beneficiado a nuestra empresa tras tantos años como CEO. Sé que harás un buen trabajo allá. Estoy orgulloso de ti.

De los ojos acuosos de Jimin comenzaron a brotar pequeñas lágrimas que recorrieron por sus regordetas mejillas. Se acercó a paso lento a su padre y lo abrazó sollozando. Su padre le correspondió el abrazo y depositó en su rubia cabellera un beso sellando un momento padre-hijo que Jimin jamás olvidara. 

...

El sábado por la noche llegó en un abrir y cerrar de ojos. Jimin se encontraba en la misma mesa de siempre junto a los verdes helechos. El mesero le había servido por segunda vez una copa de vino de la botella Romanee-Conti. Un sabor exquísito que aburría al ser degustado cada fin de semana. La banda de soul tocaba las exactas tonadas que Jimin ya conocía de principio a fin. Todo era similar. Nada cambiaba. Era la misma rutina de todos los fines de semana. Solo había una pequeña particularidad. Eran las 8:30 pm. Jungkook estaba tarde.

Los dedos de Jimin acompañaban las melodías como si él tocara el piano. Con su otra mano se acabó la segunda copa. Se fijó en el reloj, habían pasado diez minutos más. La poca paciencia que tenía se estaba agotando. Jimin se dispuso a llamar al camarero y pagar por la botella de vino, mas al levantar la mirada, observó a Jeon entrar en un traje entallado junto con un ramo de flores.

Analizó detalladamente su aspecto, sus firmes muslos se adecuaban a la cara tela del smoking. El saco estaba abierto dejando a la vista la blanca camisa. No llevaba corbata, los dos primeros botones de la camisa estaban desatados. Su cabello estaba peinado para atrás, solo un mechón de cabello caía por su frente. Llevaba consigo los pendientes de plata que Jimin le regaló para su cumpleaños número veintiseis.

Al conectar miradas, Jungkook le sonrió de costado. Todo aquello sucedía a cámara lenta. Desde la perspectiva de Jimin, Jeon era el ser más sensual que había visto, así sea con la ropa puesta o no. A tan solo dos metros de él, Jimin podía oler el potente perfume que Jeon usaba desde que lo conoció, siendo ese el toque final para toda su imponente presencia.

Jeon se acercó y le dio un beso cerca de los labios. Jimin pudo aspirar su aroma, quedando embobado por él. Jeon Jungkook era como una droga, una muy adictiva que podía llevarte al borde del precipio y acabar con tu vida sin medir el tiempo.

– Toma, corazón. Espero que te gusten.– Jungkook sonreía al entregarle el ramo de tulipanes.
– Gracias.– Jimin le devolvió la sonrisa.– ¿Tulipanes? – el rubio frunció el ceño extrañado. Siempre eran rosas.
– Quise cambiar de flor. Ultimamente las rosas no me atraen mucho. La señora Woo me recomendó estas, se ven preciosas como tú.

Jungkook tomó la mano de Jimin y besó el dorso de esta. Jimin volteó su cabeza para evitar que vea su rostro completamente rojo. Sabía que se burlaría al verlo de esa manera.

– Hyung, no me des la espalda.– la amplia sonrisa del azabache era otra debilidad de Jimin– Es de mala educación.
– Es por el vino.– Jimin carraspeó.

El menor rió levemente ante su excusa. Se sirvió un poco del vino.

– Lamento la demora, tuve un pendiente importante y el tráfico era para morir. ¿Te hice esperar mucho?
– Solo cincuenta minutos, Jeon.
– Perdón, corazón. Te recompensaré.– volvió a tomar su mano para entrelazar sus dedos.

Ambos orderaron su cena. Compartieron palabras sobre los trabajos de ambos. Unos cuántos malos chistes por parte del menor hacía más amena la cena. Jimin disfrutaba de tenerlo a su lado. La pareja reía con las anécdotas laborales de Jeon. Pese a también ser CEO de su empresa, era un tanto torpe con los objetos. Por poco y descomponía la impresora si no hubiese recibido ayuda de su secretaria.

Un tema que nunca tocaban en las cenas era el matrimonio de Jeon. Jungkook siempre evitaba mencionarlo o desviaba cualquier pregunta o comentario que amenazara con hablarlo. Para Jungkook, lo único que importaba era el rubio que estaba frente a él con los labios entreabiertos luego de dar un sorbo a su vino.

Luego de una hora, la pareja salió del restaurante tomados de la mano. Caminaban a paso lento hacia el auto de Jungkook. La siguiente parada era el apartamento de Jimin. Durante el trayecto, el rubio dirigió su mirada hacia la ventana. Sabía lo que se avecinaba. Si tenían relaciones, la decisión de Jimin se vería influenciada y la historia tendría un giro distinto.

Al llegar, el menor ingresó primero al cálido hogar. No pasó mucho desde que el rubio cerró la puerta para que Jungkook aprisionara los labios de Jimin. Levantó sus piernas y lo cargó cual pluma. La espalda de Jimin chocó contra una de las paredes. Ambas entrepiernas rozaban por el constante movimiento que Jungkook hacía. Jadeos salían de las bocas de ambos. Sus lenguas se movían al compás. El menor comenzaba a descender por el cuello del rubio, lamiendo y chupando la blanquecina piel de este.

Jimin reaccionó y se separó bruscamente. Jungkook se sorprendió ante la acción, su mirada estaba fruncida. Nunca lo había alejado de él y menos de esa forma.

– No quiero hacerlo esta noche.– admitió.

Jungkook aflojó la fuerte mirada que estaba dando, posicionó sus manos en las caderas de Jimin. Lo acercó a él y le dio un suave, prolongado beso. El menor aceptó lo dicho por su amado. Se quedaron abrazados por un largo tiempo.

– ¿Vemos una película, corazón?– Jungkook se separó del cálido cuerpo de Jimin.

Este asintió. Se dirigieron al sofá y colocaron una película.

– Es de esas comedias románticas que tanto te gustan, Jimin hyung.– Jungkook pasó su brazo sobre el cuello del mayor acomodándose en el largo rojo sillón.

La mirada de Jimin estaba al frente del televisor, mas su mente deambulaba entre los rincones de su apartamento. Sobrecargandose de pensamientos positivos y negativos. Buscando sinceridad en las preguntas que se formulaba sin recelo. Al voltear, fijó su vista al perfil no tensado de Jungkook, quien disfrutaba de la película. Admiraba maravillado sus facciones varoniles, sus ojos profundos que reflejaban honestidad cuando le decía "te amo" en cada momento. Su sonrisa similar a la de un pequeño y suave conejo, su nariz pronunciada que le daba el toque distintivo.

– Jungkook, ¿me amas?

Weekend LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora