CHAPTER 1

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Canción: Nuestro secreto/Qué somos amantes/Huellas - Eva Ayllon

La pasta a medio terminar en el plato de Park Jimin estaba frío al igual que el corazón de este. Una comparación extraña pero real y consisa. Las velas iluminaban la mesa para dos de aquel ostentoso restaurante en el centro de la ciudad. La copa de vino a medio terminar se balanceaba en la mano del rubio al compás de la música de jazz de la banda en vivo. Su mejor amigo lo observaba silenciosamente. No había dicho ni una sola palabra desde que había ingresado. Solo lo saludo de beso en la mejilla y habló para ordenar su cena. La preocupación se mostraba en las facciones de Seokjin.

Park suelta un leve suspiro saliendo de su trance. Dirige su mano hacia el maletín que llevaba para sacar un sobre. Al encontrarlo lo tira a la mesa y se cruza de brazos esperando a que Seokjin lo tomasé y lo abriera. Las respuestas a su silencio se encontraban en la blanca envoltura de papel.

– ¿París?– Seokjin abrió los ojos sorprendido al leer el pasaje de avión que estaba en sus manos.– Pensé que había quedado como una burda idea imaginaria.
– Pensé igual.– su mirada gacha se levantó al pronunciar las palabras – Sin embargo, luego de analizar la situación durante incontables noches donde solo estaba yo y mi querida botella de vino, decidí irme.

El silencio invadió el salón. Seokjin aún mantenía el ticket en ambas manos. Leía cada detalle que estaba plasmado en el boleto, observaba desde la aerolínea hasta la fecha de partida.

– ¿Es solo un boleto de ida? Acaso tú...
– No voy a volver, Jin. – Jimin se servía más vino mientras respondía.

Los labios del moreno se abrieron ligeramente al escuchar la frescura y rudeza de las palabras de su mejor amigo ante su pregunta. No imaginaba una vida sin tener a Jimin cerca de él. París estaba a 8,960 km de Seúl. Era un continente distinto, con costumbres e forma de vivir distintos. Hasta el idioma era completamente distinto. Jin sabía que el rubio quería iniciar una nueva vida desde cero. Reconocía en las actitudes de años del rubio que él era capaz de eso y de mucho más con tal de olvidar a Jeon Jungkook.

– ¿No te parece muy precipitado todo esto, Jimin? –  Seokjin suelta el boleto y dirige sus manos hacia su copa de vino.

Al fin y al cabo, luego de tal noticia, Seokjin necesitaba un fuerte trago de alcohol. Jimin suelta una sutil risa. El castaño lo observa de reojo extrañado por su repentina acción.

– ¿Sabes?, si fuese heterosexual, mi vida sería similar a la tuya.– hizo una breve pausa para tomar un sorbo de su vino – Ahora mismo estuviese casado con una mujer preciosa, tal vez ya sea padre o este en camino de serlo. Posiblemente viviera en una gran casa como la de mis padres...

– Pero eso no pasa, Jimin. – interrumpió Seokjin
– Exacto, Jin. El tren se me va.

El rubio vuelve a llevar la copa a sus pomposos labios, disfrutando del dulce sabor del vino de uvas borgoñas. Deja levemente la copa en la mesa. Dirige su mirada directamente hacia la de Seokjin. Unos ojos lastimeros se reflejan frente a él. Jimin sufría por dentro. Sufría al arder de deseo. Sufría al tener las huellas de Jeon Jungkook en su piel. Sufría al saber que Jeon no era completamente suyo.

– No esperaré más a Jungkook. Lo quiero olvidar por más que sea imposible. No quiero más fines de semana en el mismo restaurante, con las mismas cinco rosas, la misma botella de vino y luego ir a mi departamento a disfrutarlo unas cuantas horas más. – su voz sonaba entrecortada al hablar – Este será mi último fin de semana.
– ¿Qué tiene que hacer Jungkook para que no te vayas?
– Tiene que divorciarse.

Los ojos de Jimin lagrimeaban. Desde muy adentro sabía que aquello que tanto anhelaba no sería verdadero.

...

Los días pasaban increiblemente rápido. Las mañanas de Seúl eran frías y oscuras. La neblina cegaba la vista de los transeúntes y conductores. Las personas que trabajaban en el centro financiero vestían elegantes prendas y lucían abrigados con los más lujosos sacos fabricados por casas de modas reconocidas en el rubro de la textil.

Desde una alta torre, Jimin observaba lo que sería su último avistamiento a la ciudad. Extrañaría cada parte de su natal Corea. Su familia y amigos cercanos se quedaban junto con un amargo recuerdo de un amor no correspondido. El rubio aún dudaba si su decisión era la correcta. Durante esa semana imaginaba todos los escenarios posibles, pero siempre llegaba a la misma conclusión: ¿Era posible tener a Jungkook solamente para él?

La interrogante rondaba por su cabeza constantemente. Había pasado cinco años desde el inicio de esa relación. Cinco años donde Jimin tuvo que esconderse del mundo medíatico y mentirle a su grupo cercano. A pesar de ser un empresario, Park llevó muy lejos a la empresa de su padre, posicionándose entre los primeros del país y del mundo. Esto atrajo la atención de los medios de comunicación. Su juventud y belleza atraía al público junto con su alta capacidad para los negocios logrando premios y reconocimientos como CEO del año.

Jimin trabajaba arduo cada día, cada semana, cada año. Noche tras noche, velaba por su empresa dejando de lado cualquier otro "obstáculo" que le impidiera superarse a si mismo. Obstáculo, consideraba al amor, a los animales, a las plantas, los amigos en el mismo rubro, etc. Park era muy precavido, sabía que en su sector, cualquiera podía apuñalarle por la espalda.

Al conocer a Jungkook, su armazón de acero se desmoronó. Jimin descubrió facetas de él que nunca había experimentado a lo largo de sus veintisiete años en ese entonces. Descubrió la confianza, el cariño, la pasión, el deseo, la tristeza, los celos, el enojo, el remordimiento, las reconciliaciones y, sobretodo, Jimin finalmente supo que era el amor y cuán doloroso y cruel podía ser.

Jungkook era su catalizador pero al mismo tiempo era su destructor. Ambos se habían conocido cuando Jungkook estaba comprometido con Haneul, hija de reconocidos empresarios. Jimin aceptó la indecente propuesta de mantener una relación a escondidas, cegado por el amor que le tenía a Jeon y por esa falsa promesa de algún día estar solo los dos. Sabía en donde se estaba metiendo, sabía que podía salir lastimado y aún así, esos cinco años fueron maravillosos.

Entonces, ¿qué cambió?

Los pensamientos evolucionan al igual que los deseos. Las metas u objetivos a corto, mediano y largo plazo cambian o se agregan a la vida de uno. El ser humano nunca esta satisfecho con lo que posee, siempre terminará en el camino de buscar más. 

¿Qué buscaba Park Jimin? Una familia.

A sus treinta y dos años, Jimin anhelaba formar una familia junto con el que creía que era el indicado. Deseaba todo lo que Seokjin tenía. Quería vivir en paz en un campo repleto de viñedos, dos niños corriendo en la pradera y Jungkook junto a él observando la puesta de sol mientras consumían la vid cosechada por ellos mismos.

Una bella imagen mental que adornaba los pensamientos futuros del rubio. No había vuelta atrás. El rubio deja un leve suspiro empañando el vidrio de su oficina. La tarde asechaba, el azul cielo se tornaba cada vez más oscuro. Se separó del ventanal y se dirigió al vacío escritorio que tenía. Tomó lo único que perturbaba ese espacio. Miró fijamente el portarretrados donde posaba una tierna imagen de Jungkook y él sonriendo a la cámara. Jimin tiró la fotografía a la basura y se apresuró a dejar su ahora ex oficina.

– Oh, ya te vas.– la puerta se abre dejando ver a un hombre con traje.
– Hola, Jihyun. Te ves muy elegante.– Jimin sonrie francamente acercandose a darle un abrazo a su hermano menor.
– Tengo que, hyung. En unos días esta será mi oficina. Estuve recorriendo las instalaciones para aclimatizarme a esta nueva experiencia.– le devuelve la sonrisa.
– Te lo suplico, no me arruines la compañía.– bromea
– ¡Hey, no desconfíes de mi! Me gradué con honores al igual que tú.– su hermano menor frunce el ceño.
– Lo sé, solo te molesto un poco más.– el rubio sonreía de oreja a oreja.

Aquella sonrisa se desvaneció por completo al ver la nostálgica expresión de Jihyun. Ambos hermanos se abrazaron y derramaron unas cuántas lágrimas. Salieron de la oficina, dirigiéndose a la casa de los Park para una última cena en familia.

Un último recuerdo feliz en Corea antes de la fortuita despedida que tendría al siguiente día. Donde le dirá adiós a Jeon Jungkook y a su amor a medias.

Weekend LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora