CHAPTER 9

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El evento se terminó antes de lo previsto luego de la impactante noticia. Dejó confundidos a todos los asistentes y la prensa invitada. La secretaria de Jeon se encargaría de enviar presentes por la incomodidad. Primero, tenían que resolver aquella crisis del peligris que preocupó a todo el equipo del menor. Aún sin salir del shock emocional, Jungkook tuvo que cargarlo e ingresar con él a la camioneta que lo llevaría al departamento de este. Solo lágrimas expresaban la enorme tristeza que sentía Jimin en esos momentos. Al llegar al edificio, Jungkook volvió a subirlo a sus brazos, caminaba tranquilamente hasta el ascensor. La cercanía tan confortable lograba que Jimin pudiese escuchar los rápidos y fuertes latidos del corazón de Jungkook.

Abrieron la puerta, el equipo ingresó primero acomodando el lugar. Era muy del estilo de Jeon: minimalista, pocos adornos, extravagantes pinturas, un bar donde resaltaban las caras botellas de Whiskey y vino, un negro sofá que contrastaba perfectamente con las almohadas monocromáticas. Jungkook se dirigió al sillón y lo dejó sentado. Su secretaria se acercó a él y le colocó una manta para abrigarlo.

– Sé que no puedo hacer mucho en estos momentos.– suspiró al mirar la triste figura inerte – Puedo llevarte a Seúl lo más antes posible, puedo llamar al jet privado, llegaríamos en menos tiempo que un avión comercial. – Jungkook se arrodilló frente a él – ¿Estaría bien eso? – Jimin asintió.

Hicieron una breve parada en el apartamento del peligris para que alistará lo básico y tomará su pasaporte. En menos de una hora, se encontraban en el aeropuerto ingresando a la cabina. Jimin ya se encontraba sentado, mirando la pantalla de su celular, tecleando un breve mensaje explicándole a Taehyung lo sucedido. Jungkook caminaba hacia el peligris, quería sentarse a su lado, mas pudo observar con quién texteaba y recordó aquella llamada de Jimin cuando se embriagó y mencionó aquel nombre.

"Taehyung" ¿Acaso él sería el nuevo interés amoroso de Jimin? ¿En tan poco tiempo lo olvidó?

Jungkook, pese a lucir como un hombre fuerte, inteligente, seguro de sí y todas aquellas cualidades que resaltan en un gerente, tenía muchas inseguridades. Sobrepensaba las cosas y no suele lidiar efectivamente con los problemas. Soltaba su furia negativamente metiéndose en peleas físicas o largas noches de embriagamiento. Problemas que poco a poco iba arrancando de sí buscando la ayuda profesional al querer ser mejor persona para aquel hombre sentado con los ojos hinchados y el traje desarreglado.

Retrocedió su paso y se sentó al costado de la puerta de embarque. Frotaba su cien para calmarse. No tenía nada que reclamarle a Jimin. Comprendía su actitud hacia él. Culparlo sería demasiado egoísta. Durante esos cinco años, jamás pensó en como se sentía Jimin con todas sus acciones. Pensó en si mismo, su empresa, aquel matrimonio que llevaba, su familia, mas no pasó por su cabeza la idea de como estaba Jimin. Era él quien ponía su ciento diez por ciento en la relación. Jungkook disfrutaba de tenerlo los fines de semana como un aliviador de toda la carga laboral. Había actuado erróneamente la mayor parte del tiempo y cuando se dio cuenta lo tan idiota que había sido, era demasiado tarde.

...

Las pequeñas gotas de lluvia caían sobre la ventana del auto que transportaba a Jimin y Jungkook hacia la casa de los Park. El cielo lucía gris, las nubes cubrían lo que antes era un bello y resplandeciente firmamento azul. El aura de Jimin estaba apagada, triste, gris como la atmósfera. Jungkook volteó a mirarlo, tenía puesta su vista a la ventana cubierta por las lágrimas del cielo. Observó como su mano derecha vacilaba en el asiento. Deseaba tomarla, acariciarla, proporcionarle calor y apoyo. Quería entrelazar sus dedos con los suyos y que encajen perfectamente como antes. Tenía la mano extendida, a tan solo centímetros de chocar piel con piel, mas se alejó. Aún no era el momento.

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