CHAPTER 19

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Canción: Monster in me - Little Mix

Jungkook atesoró el dulce toque que recibía por parte de Jimin. Llevó su mano a la contraria para juntarla más con su mejilla. Frotaba constantemente con los ojos cerrados, oliendo el suave aroma que emanaba la crema usada por el mayor. El peligris se enterneció con la imagen que tenía al frente. Con su pulgar, barría los casi inexistentes rastros de lágrimas que quedaban en las coloradas mejillas. Jungkook abrió sus pequeños e hinchados ojos, luciendo como un niño indefenso al lado del mayor. El arrepentimiento se mostraba en sus facciones. Los orbes negros no paraban de brillar al igual que los de Jimin. Las pestañas mojadas danzaban rítmicamente sin dejar de soltar la conexión que ambos vivían.

La luz lunar seguía iluminando a la pareja que no decía nada. Sus pechos subían y bajaban tranquilamente. Sus mentes divagaban por un sendero desconocido al no saber que pasaría después de esa conversación. Jungkook sabía que Jimin era lo que necesitaba en su vida, no podía soltarlo. Jimin sabía que amar al azabache era tan difícil. Ardía como el mismo infierno, mas amaba ese calor que lo apresaba. Un infierno creado por ambos tontos que se querían pese a todo.

Las grandes manos del menor se posaron en los muslos del contrario. Lentamente se acercaba a su rostro dejando una ligera separación entre sus bocas. Las narices chocaban, combinando sus respiraciones agitadas por la cercanía tan peligrosamente adictiva. Jimin lamió sus labios al volver a tenerlo en su merced, matando cada pensamiento que tenía, callando a la razón que le vociferaba alejarse, silenciando las sonoras palpitaciones que su loco corazón hacia.

Fue Jimin quien acortó la distancia, uniendo finalmente sus belfos, moviéndolos con dulzura. Jungkook abrió levemente su boca para introducir su lengua a la cavidad, intensificando el beso que ambos disfrutaban. El peligris cayó sobre el amplio sillón, quedando completamente recostado mientras que el azabache se posicionaba entre sus largas piernas. Jimin envolvió sus brazos sobre su cuello, atrayéndolo aún más. La falta de aire los separaba por escasos segundos y volvían a unirse sin cesar sus deseos más íntimos. La mano de Jungkook acariciaba la fina cintura de Jimin por debajo de la camisa de su pijama. Ambos sabían a dónde se dirigían, conocían los peligros de estar juntos; sin embargo sus pieles y almas gritaban por explorarse hasta el amanecer.

El menor se separó para quitarse el polo que molestaba en esos momentos. La vista de Jimin se deleito con la imagen que tenía sobre él, luciendo como una pintura renacentista digna de ser colgada en el Louvre. Inconscientemente sus labios se entreabrieron del asombro, había olvidado que Jungkook trabajaba su cuerpo seguidamente. El azabache soltó una sutil risa al ver la expresión del contrario.

– ¿Gustas de la vista? – su voz ronca erizaba la piel de Jimin.

Jimin apartó su mirada avergonzado y un poco molesto por el ego que Jungkook cargaba. Este volvió a reír al verlo enojado. Agarró sus manos y las colocó sobre su pecho. El peligris abrió sus ojos ante la acción. Podía sentir los distintos relieves que tenía su piel. Jungkook se inclinó para continuar besándolo, bajando por su mandíbula hasta llegar al delicioso cuello que pedía ser marcado por su boca.

La posición en la que se encontraban no era la más cómoda, por ello Jungkook cargó cual koala hasta la habitación.

– Espera... – jadeó Jimin envolviéndose sobre la cintura del menor.

Lo tiró sobre la cama, admirando su silueta sudorosa, sus rojos labios, sus mejillas rosadas y los atentos ojos ante cualquier movimiento. Comenzó a quitarle las prendas que sobraban en aquel ambiente. Recorría cada centímetro de piel lamiendo y besando. El espacio se cargó de pasión, jadeos y mucho calor. Los orbes de Jungkook se tornaron más oscuros al tenerlo de esa manera en sus sábanas, las pupilas agrandadas por la droga que tiene nombre y apellido. Levantó las piernas de Jimin, dejando marcas en el interior de sus muslos. El cuerpo del peligris se estremecía con el simple toque del menor, mordiendo su labio inferior para evitar soltar fuertes gritos ahogados.

Los largos dedos de Jungkook pararon en la boca de Jimin, introduciendolos para ensalivarlos y prepararlo correctamente. Bastó un el ingreso de uno de los dedos para que la espalda del contrario se arqueara del placer. El azabache callaba los fuerte gemidos apresando sus belfos. Los manos del mayor arañaban la blanca tela donde estaba encima. Marcaba la piel del contrario, dejando pequeñas galaxias en su cuello. Para Jungkook, verlo en ese estado, tan suyo, tan delicado, tan impaciente por tenerlo en él, era lo que tanto había esperado luego de meses y meses sin estar junto a Jimin. Extrañaba besarlo, susurrarle en el oído, apresar sus muñecas con una sola mano, lamer el lóbulo de su oreja, sentir su respiración en su cuello, escuchar sus gemidos cargados de placer.

–    Jung... Jungkook – sollozaba – Hazlo ya...

El menor acato a la orden dicha, entrando lentamente. Jimin botaba algunas lágrimas que caían directamente al colchón. Las caderas buscaban más fricción, esa fue la señal para que comenzara a moverse. Jungkook no era nada delicado en ese aspecto, llevando al peligris a un sinfín de deleite.

– Más... – gemía al sentir las fuertes embestidas dentro de él.

Jungkook besaba los pomposos labios para callar los sonoros ruidos que salía de su boca. Empujaba su miembro con dureza, Jimin arqueaba su espalda cada vez que tocaba su punto más dulce. Todo su cuerpo temblaba y ardía pese al frío parisino. El ambiente estaba cargado de sollozos, gemidos, jadeos, respiraciones, calor. Una escena tan erótica entre ellos dos unidos como uno, enredados en las sábanas de la cama del azabache. Un gozo interminable. Queriéndose, cazándose entre ellos.

Jimin clavaba sus uñas sobre la espalda de Jungkook quien tiraba de su cabeza hacia atrás. Sus dedos de los pies se encogían al no poder aguantar tanta satisfacción. Lloraba y pedía por más enrollando sus piernas en la cadera del menor. Se sentía tan incorrecto estar tan unidos en ese momento, pero ambos deseaban el toque del otro.
Jungkook sobre estimulaba masturbando el miembro de Jimin. Aumentaba el ritmo al sentirse cerca del orgasmo. Fue el peligris quien gritó al llegar al éxtasis ensuciando ambos estómagos. Al cabo de unos segundos, Jungkook jadeo saliendo del interior, apreciando al mayor tratando de recuperar el aire perdido. Se acercó a darle un beso en la sudada frente. Junto sus narices, observando los cansados ojos del contrario.

– Te amo, Jimin-ah – susurró tocando sus labios.
– Y yo a ti, Jungkook.

...

El desnudo cuerpo de Jimin reposaba en la amplia cama. Abrazaba la almohada, descansando su cara sobre ella. La sábana cubría su hombría. Poco a poco, sus ojos comenzaban a abrirse. Analizaba la habitación donde estaba. Al percatarse que no era la suya, se incorporó de inmediato. Se fijó en el reloj del costado de la cama: eran las 10 de la mañana. Sus orbes se alarmaron, estaba tarde para el trabajo.

Intentó levantarse de la cama, mas el dolor en sus caderas le hizo caerse de rodillas contra el suelo.

– Jungkook es un bruto – susurró con voz adolorida.

Con las pocas fuerzas que le quedaban, se levantó buscando sus boxers y el enorme polo de Jungkook. Caminó por el departamento, tratando de encontrar al azabache. Al llegar este estaba arreglando la mesa donde se encontraba café recién hervido, croissants y huevo revuelto.

– Buenos días – sonrió ofreciéndole una taza – ¿Descansaste bien?
– Sí, pero me duele un poco...
– Perdón – hizo una mueca – No me resistí.
– Nunca mides tu fuerza, es distinto, Jungkook-ah – tomó asiento – Tengo que llamar a mi oficina, ¿me prestas tu cel...
– Ya llamé – interrumpió – Hablé con tu secretaria y le informé que estabas enfermo.
– Oh, bueno, gracias.

Comenzaron a comer, disfrutando del caliente desayuno.

– ¿Tú lo hiciste? – preguntó Jimin sorprendido.
– Diría que sí para sorprenderte, pero sabes que soy un desastre en la cocina, Jimin-ah – rieron – El café si tiene mi sello personal.
– Pues el café está delicioso – tomó un sorbo de la taza.

Pese que las dudas del peligris habían sido respondidas, aún había miles de preguntas que debían ser resueltas, principalmente las que permanecían en la mente del azabache con relación de Taehyung. Jungkook giró hasta verlo directamente a los ojos.

– Háblame de Taehyung.

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