CHAPTER 8

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Jimin creía que quien estaba frente a él era una burda figura de su imaginación. Aún con los labios entreabiertos, observaba a la persona frente a él. Jungkook lucía distinto luego de tanto tiempo sin verlo. Su negro cabello estaba más largo, las puntas estaban un tanto rizadas dandole un toque varonil y sensual. Su mandíbula estaba marcada. Bajo sus ojos posaban unas oscuras ojeras. Sus delgados labios continuaban resecos por más que Jimin sugería que se aplique bálsamo hidratante. Su cuerpo había aumentado en masa corporal, luciendo más grande. El delgado saco que llevaba puesto remarcaba sus trabajados bíceps. La blanca camisa con los dos primeros botones desabrochados pegada a su cuerpo mostraba lo bien trabajado que se encontraba. Toda aquella imagen se había formado en su ausencia.

Jungkook, por su parte, admiraba la belleza del delicado rostro de Jimin. Sus labios rosados brillaban por el bálsamo que siempre usaba. Sus facciones no había cambiado. Aquel lujoso traje ceñido enfocaba las partes favoritas del su cuerpo: su cintura, sus delgadas pero trabajadas piernas, sus brazos. El nuevo cambio de cabello sorprendió al menor. Nunca lo había visto con otro tono, más ver el cabello platinado de Jimin hizo latir el corazón de Jeon tan fuerte que por el silencio se podía escuchar sus palpitaciones.

Ninguno de los dos hablaba. Solo compartían una fija mirada deleitándose con lo que veían al frente. El humo causado por el frío salía de sus bocas. Los ojos de Jimin comenzaban a brillar por las lágrimas que se asomaban. Jungkook avanzó un paso, mas el peligris retrocedió automáticamente.

– Jimin-ah...
– ¿Qué haces aquí, Jeon? – preguntó con la voz entrecortada.
– Yo...– bajó la mirada, soltó un fuerte suspiro – Te he estado buscando por doquier. Bajo tierra, cielo y mar y no encontraba ninguna pista de tu paradero. Me preocupé tanto que...
– ¿Ahora te preocupas por mí? – cortó a Jungkook.
– Siempre lo he hecho, Jimin-ah.– acercó su manos hacia los brazos de Jimin
– Deja de llamarme así, Jeon.– lo empujó

La situación se volvió un tanto incómoda. Jimin se coloco en cuclillas con la cabeza gacha, trataba de respirar, mas lo único que deseaba era llorar.

– Lo siento por todo, Jimin hyung. Por favor, quédate hasta el final del evento.– la voz de Jungkook sonaba muy baja.

Jimin levantó su mirada y Jungkook había salido de aquel lugar. Sus manos restregaban su cara. Masajeaba su sien hasta encontrar calma.

"Quédate hasta el final del evento". Sus palabras resonaban en su cabeza. Jimin podía salir corriendo de aquel lugar y refugiarse en su hogar. Pero escucharlo, verlo, olerlo y tenerlo frente a él ignoraba su razón y conciencia.

Se paró y caminó de vuelta en el gran salón. Buscaba con la mirada a Jungkook, mas no lo encontraba por ningún lado. Volvió a tomar una copa de un solo sorbo. Miró su celular, a penas eran las diez de la noche. Tal vez lo mejor sería salir e irse.

En el estrado, un señor junto con un sobre comenzaba a hablar por el micrófono dándole la bienvenida a todos.

– Agradecemos de antemano su presencia en este evento tan importante para nosotros. – los aplausos aparecieron luego de aquellas palabras – Me gustaría extender el micrófono al responsable de esta gran fiesta que celebra la maravillosa industria de la moda parisina. El CEO de la compañía G&J Corporation y de la Organización JJ, Jeon Jungkook.

A partir de ahí, todo transcurría en cámara lenta para la vista de Jimin. Observaba como Jungkook avanzaba lentamente, desabrochando su saco, moviendo sus hebras azabaches para atrás. Tomó el micrófono y se paró frente a toda la multitud. Dio una sonrisa e hizo una reverencia a todos. Las cámaras y los flashes se posaron a su figura. Todos quedaron impresionados ante el joven empresario.

– Muchas gracias por asistir a este evento que, de todo corazón, G&J Corporation organizó con mucha estima para todos los amantes de la moda y los grandes diseñadores que nos acompañan esta maravillosa noche.– las palabras salían con facilidad de la boca – Espero que puedan invertir en este proyecto que beneficiara principalmente a los talentosos creadores independientes en esta ciudad, disfruten de la velada.

Los aplausos inundaron el salón mientras Jungkook bajaba del estrado. Jimin se sentía mareado al querer unir todas las piezas de ese interminable rompecabezas.
Jungkook había vuelto para colocar su mundo de cabeza. Quería escapar más tenía a su cazador en el mismo lugar.

El corazón de Jimin no podía más, su cuerpo se desvanecería en cualquier momento. Las piernes le temblaban cual gelatina. Su cabeza daba vueltas como si hubiese subido a ese juego mecánico de las tazas giratorias. Jungkook se apareció tras él y lo tomó antes de caer al suelo.

– Ven conmigo.

...

Jimin se encontraba acostado en una de las habitaciones del hotel. Jungkook colocaba frías toallas mojadas sobre su frente. Acariciaba su tersa piel, repasando con su dedo índice su fina nariz, sus abultados pómulos y sus carnosos labios que tanto amaba.

– Se me hace raro tenerte un viernes por la noche en la misma habitación sin tener sexo.– habló Jimin abriendo los ojos lentamente.
– ¿Cómo te sientes? – preguntó Jungkook sentándose al borde de la cama.
– Me duele un poco la cabeza, ¿Dónde estamos? – se incorporó hasta quedar semi echado.
– Recepción me prestó una de las habitaciones para que pudieses recuperarte. Te veías muy mal, estabas pálido y completamente ido.– Jungkook se acercó hacía Jimin, esta vez no lo apartó.
– Deberíamos regresar, es tu gran noche.– sugirió mirándolo a los ojos.
– ¿Seguro no prefieres descansar? Puedo llevarte a tu hogar si deseas...
– Jungkook, estoy bien... – interrumpió – Regresemos. Además, me pediste que me quedara hasta el final, ¿no es así?

Asintió. Ayudó a colocarle sus zapatos correctamente y bajaron al salón. Las personas no solo estaban bebiendo y charlando sobre el proyecto, algunas parejas bailaban al son de la lenta música.

Jungkook miró de reojo a su costado, Jimin admiraba la bella imagen de la pista de baile. El menor extendió su mano para ofrecerle un baile al peligris. Este lo miró indeciso, retraía su mano hasta que se la dio por completo. Ambos se dirigieron al medio. Jungkook posó su mano izquierda en la cintura de Jimin encajando a la perfección. El azabache mantenía su mirada fija en el peligris, mientras que este optaba por ver al suelo.

Danzaban en sincronización de la suave melodía. Se encontraban en una atmósfera donde solo ellos dos eran quienes estaban en aquel salón. Las parejas de su costado los miraban enternecidos murmurando y preguntando si eran pareja. Ambos no escuchaban los comentarios, solo la música.

Jeon lo acercó más posando ambas manos en su cintura. Jimin extendió su brazos y los enrolló sobre el cuello del menor. Se miraban fijamente, diciendo más que mil palabras lo que sentían en aquel momento. Jimin añoraba por vivir una experiencia como esa durante los cinco años que estuvo con Jeon. Se imaginaba a ambos bailar lentas canciones frente a la gente sin la necesidad de ocultar nada. Lo estaba viviendo y no era un sueño, era la realidad que por más cruel que sea a veces, le cumplía uno de sus mayores deseos.

Jungkook escondió su cara sobre el cuello de Jimin aspirando su suave y delicioso aroma. Acariciaba sobre la tela su cintura. Lo tenía en sus brazos, se sentía protegido, se sentía en casa. Todos sus miedos se esfumaron al tener entre su cuerpo al peligris. Depositó un pequeño beso en su blanca piel. Esperaba una fuerte reacción por parte del mayor, mas este solo se apegó a su cuerpo.

Aquella burbuja explotó como si una aguja hubiese sido introducida. El celular de Jimin comenzó a sonar. Se separó del azabache para ver quién lo llamaba. Al leer la pantalla salió corriendo hacia afuera para escuchar mejor. Jungkook lo siguió y fue por su tras. Al llegar a un espacio más calmado, Jimin contestó la llamada.

– Seokjin, ¿qué sucede?
– Jimin...– suspiró – Algo grave pasó.– se escuchaban los tristes sollozos.
– Jin, me estas asustando, ¿estás bien?– Jimin comenzaba a alterarse.
– Jimin-ssi, tu padre sufrió un ataque al corazón... no sobrevivió.

El celular se resbaló de las manos del peligris. Lágrimas rodaban por sus mejillas. Jungkook sostuvo a tiempo el frágil cuerpo antes de que chocara contra el suelo. Jimin acababa de perder a su todo, su padre ya no estaba.

Weekend LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora