CHAPTER 12

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Taehyung abría lentamente sus ojos. Como una bala atravesando su memoria, recordó la intensa noche vivida. Sonrió de lado. Con su mano buscaba el cuerpo del peligris, mas no lo sentía. Se levantó e incorporó, buscando con la mirada a Jimin. Como si lo llamase telepáticamente, este apareció con su pantalón puesto, su cabello húmedo y sin camisa.

– Buenos días – dijo mostrándole una sonrisa.
– Hola, ¿ya te vas? – se fijó en su reloj de mesa, eran las siete de la mañana – es muy temprano aún, quédate un rato más...
– No puedo, tengo una reunión a las ocho.
– ¿De tu empresa?

La cara de Jimin palideció, sus ojos se agrandaron levemente. Había omitido aquel importante detalle, no le dijo sobre su asociación con Jungkook. Taehyung no tenía ni idea que ahora, Jimin era un accionista mayoritario y su ex estaría en París constantemente vigilando la organización. Solo le quedó asentir sin dejar sospechas.

– ¿Me prestas una camisa? – cambió de tema – Ayer, tú...

Taehyung observó los botones regados por su habitación riendo de inmediato. Se paró colocándose sus boxers y se dirigió al armario para buscar la prenda requerida. Cogió un suéter blanco con cuello alto y se la entregó. Jimin frunció el ceño; él quería una camisa. Taehyung le señaló que revisara su cuello en el espejo. El peligris volteó y se fijó en la gran cantidad de chupetones que tenía. Abrió su boca sorprendido.

– No me resistí, perdón – reía

Jimin fue a golpearlo en su pecho un tanto furioso. Taehyung continuaba riendo por su reacción. Lo tomó de las muñecas y le dio un suave beso, tranquilizando a un Jimin furioso.

Luego de varios minutos entre pequeños jugueteos, Jimin se dirigió a las instalaciones de la Organización JJ en taxi. Al llegar quedó sorprendido por la inmensidad de la construcción. Era un edificio muy moderno para la ciudad. Ingresó a recepción indicando su nombre. Una de las secretarias lo llevó a la sala de juntas, esperaba que todos los accionistas estén presentes, más solo encontró a Jungkook de espaldas mirando la ciudad por la gran ventana.

– Buenos días – dijo Jimin adentrándose.
– Buenos días, Jimin-ah – giró hacia él – Toma asiento – señaló
– ¿A qué hora llegan los demás?
– En media hora aproximadamente. – se fijó en su Rolex, Jimin asintió – ¿Te dieron tu credencial?
– Sí, en recepción me la entregaron.
– Bien, ahora tienes acceso libre a todo el edificio.– abrió su laptop y comenzó a teclear.

Jimin se paró y caminó hacia el ventanal, era muy similar al que tenía en su oficina de Seúl. Podía apreciar la vista panorámica de París. Veía el Sena y la Torre Eiffel deslumbrar pese al día gris.

– ¿En qué piensas? – susurró sobre su oído asustando a Jimin.
– En... en la vista. – tartamudeo – Mi oficina en Seúl era similar.
– Lo sé, por eso en el diseño incluí este espacio. Eres amante de los paisajes. – se colocó a su costado.

El mayor se sentía desnudo ante la intensa vista de Jungkook. Tenerlo tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo estremecía su cuerpo. Por su parte, el menor había notado los chupetones en el cuello de Jimin que no eran tapados en su totalidad por el suéter. Mordía su mejilla interna. Los celos invadían todo su ser. Hace unos días lo tenía sobre su regazo besándolo y acariciándolo como antes. Su respiración comenzaba a incrementar, debía mantener la calma y no perder los estribos.

– ¿Buena noche, Park? – se alejó encaminándose hacia el bar a servirse un vaso de Whiskey.
– ¿Disculpa? – preguntó extrañado ante el tono de voz
– Tu cuello... – señaló mientras se apoyaba sobre la mesa, bebiendo el maderoso licor.

Jimin abrió sus ojos. Tocó su cuello y trató de cubrir lo más que podía con las manos temblorosas. Jungkook relamió sus labios y tomó el teléfono que estaba en la sala.

Weekend LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora