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Tomó su taza de café humeante, salió de la cocina, paso la sala y paro frente a la puerta del balcón para abrirla, salió a este espacio, y observo la vista del vecindario, otros edificios y escaparates de negocios, todo tranquilo, nada comparado a la vista que le podía ofrecer un buen departamento en el mejor edificio de la cuidad o incluso la vista de su propio hogar, bellos paisajes que no se podían encontrar en ningún otro lado.

Se volvía a repetir que no se quejaba, esto era lo que él quería. Quería alejarse de todo eso, nada de lujos extravagantes, para esto creyó que lo mejor sería conseguir trabajo, no podía exigir un buen puesto, o tampoco emprender un gran negocio, tenía que buscar un trabajo que fuera bueno para poder dividir el dinero para pagar los gastos básicos.

Aunque sabía que no era necesario, antes de dejar su país, se abrió una cuenta en el banco en la cuidad, en la cual deposito solo un millón y medio de dólares, una pequeña ayuda para vivir un par de años en ese país.

Pero aun así vio necesario el tener que trabajar, debía acoplarse al estilo de vida, o sino los demás lo verían diferente y no era algo que iba a permitir.

Ruidos en el departamento vecino hicieron que saliera de sus pensamientos, sabía que era el amigo de Steve, su vecino, al cual aún no tenía el honor de conocer, en estos días supo de él, ya que escuchaba en la noche cuando llegaba, y escuchaba en las mañanas cuando se iba.

Y no era porque Zemo lo espiara, claro que no, lo sabía porque en la noche cuando el vecino llegaba Zemo estaba leyendo un libro en la sala y en las mañanas cuando se iba, Zemo apenas estaba empezando a desayunar, además de que el vecino ayudaba para conocer sus horarios, por lo ruidoso que podía llegar a ser.

Zemo no le prestó atención, supuso que se le hacía tarde al trabajo y apenas estaba de salida, pero se equivocó, ya que escucho como se abría la puerta del balcón vecino, y por el rabillo del ojo vio salir a un hombre, el pelo desordenado, con solo unas bermudas, el torso lo tenía descubierto y en una mano también traía una taza.

Sintió sus mejillas arder al ver a ese hombre, se dio cuenta que se acababa de levantar de la cama.

–Buenos días, vecino.

Zemo escucho la voz del hombre, lo que provoco una sensación que nunca había sentido, escuchar ese timbre de la voz lo hizo estremecer.

–Buenos días – devolvió el saludo Zemo.

Ambos giraron sus cuerpos para quedar frente a frente y poder verse.

–Vaya, creí que Steve se había equivocado, me dijo hace unos días que tenía vecino nuevo, pero nunca lo había visto, hasta pensé que se había fumado algo. – lo dijo con una sonrisa – Soy James Barnes, pero me puedes decir Bucky, todos me dicen así.

–Mucho gusto James, yo soy Helmut Zemo, todos me llaman por Zemo.

–¿Por qué no me llamas Bucky? – arruga la nariz.

–Porque me gusta más James. Espero y no te moleste.

–No claro que no, no me molesta... Helmut.

–¿Por qué me llamas Helmut? – pregunta con una comisura de los labios ladeada.

–Porque me gusta más Helmut. Espero y no te moleste.

–Claro que no, James.

Ambos se sonríen con travesura, y con un brillo en los ojos de ambos, pensando que habían encontrado un amigo.

–Detecto un acento ¿De dónde eres Helmut? – pregunta con interés Bucky.

–Sokovia, soy de Sokovia. Tengo marcado el acento, trabajo en ello, pero es un poco complicado.

–A mí me gusta, te hace ver muy interesante, las chicas van a estar detrás de ti.

Bucky alza la taza como si estuviera brindando y le da un trago. Zemo por su parte solo toma de su taza, sin decir que no le interesan las chicas.

–Así que Steve te contó sobre mí.

–Sí, al otro día en el trabajo, me dijo que ya había conocido a mi vecino, yo la verdad me sorprendí, porque no sabía nada de eso. – dice haciendo ademanes con las manos, cuidando no derramar su bebida. – Me dijo que eras extranjero, porque tienes acento, y que te ayudo con tu gran compra, dijo que eran muchas, pero no le creí. A veces se le sale la manía de exagerar las cosas, se le pega el complejo de su pareja. Pero bueno, quien soy yo para juzgar. – termina de decir esto negando con su cabeza y bebiendo de su taza.

Zemo suelta una ligera risa, lo último que dijo Bucky le causo mucha gracia, sus palabras estaban totalmente cargados de sarcasmo. Deja de reír cuando observa salir la bonita bola de pelos del departamento del vecino, ambos miran como trapa el balcón de Bucky para brincar al de Zemo y como inicia a restregarse en sus piernas.

–Vaya, le agradas mucho a Alpine – dice con asombro Bucky.

–¿Ese es su nombre? Yo le digo Bolita – comenta Zemo acariciando el pelaje.

–¿Ya lo habías visto?

–Sí, estos días que he estado acomodando el departamento, ha venido a visitarme y quedarse conmigo por muchas horas.

–Me disculpo de verdad, por si ha hecho cosas indebidas, como destruir algo y me hago responsable de todo daño.

–No, no te preocupes, se ha portado muy bien.

Zemo mira como Bolita se sienta, alza una de sus patitas delanteras y comienza a tocar una pierna de él.

–Tiene hambre ¿verdad? – pregunta Zemo.

–Sí, quiere comer, siempre hace eso cuando tiene hambre – le explica Bucky – Alpine ven, vamos a comer.

–Bolita ve, ve a comer con James, a mí se me acabo tu comida.

–¿Tenias comida para Alpine? – Zemo asiente – oh vaya, gracias por alimentarla.

–No hay de que, me agrada esta bolita de pelos. Alpine ve con James a comer, cariño.

Después de varias insistencias más por parte de los dos, vuelven a observar como brinca al otro balcón y entra al departamento maullando.

–Nos vemos luego, tengo que darle de comer – se despide Bucky.

–Nos vemos luego James.

Ambos se sonríen y cada quien entra a su departamento para seguir con sus actividades.

Fuego  (WinterBarón)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora