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Se cumplían siete días en los cuales Zemo no había visto a Bucky, ni en el corredor, tampoco en la entrada del edificio, ni mucho menos por el balcón, los primeros días Zemo espiaba por su balcón, no salía, solo se fijaba por el cristal de las puertas por un buen rato, esperando ver a Bucky, pero no, solo notaba que las puertas del balcón del ojiazul estaban abiertas. También se fijaba por el mirador de su puerta, estaba unos minutos antes de la hora que sabia en la cual él llegaba y se quedaba otros minutos después, pero nada.

Así que decidió de verdad dejarle espacio, tal vez no se estaba quedando en el departamento, pensó que se estaba hospedando en la estación, ahí había una habitación con camas para que todos los que trabajaban en el lugar descansaran, y más los que en la semana les tocaba el turno nocturno. Aunque le parecía un poco extremo tal caso, respetaba con dolor que no lo quisiera ni ver, pero se le hacia algo exagerado por parte del ojiazul, además de que no creía tal posibilidad, en esa semana había llegado con él Alpine, así que tal pensar lo desecho, Bucky no era capaz de dejar a la suerte al pequeño peludo.

También le parecía algo extraño que del grupo de amigos de Bucky ninguno viniesen a verlo, aunque sea para reclamarle, hacerle ver el error que había cometido desde el inicio, o que diera una explicación, pero, sobre todo, no ver parado en el pasillo a Tony, conociéndolo se había preparado para recibirlo, para mantener una acalorada conversación, y escuchar con sorna un "te lo dije" del millonario.

Solo recibió la visita de Natasha, al tercer día de lo sucedido unos toques en la puerta lo despegaron del sofá, no esperaba a nadie, pero una parte dentro él sí, así que con pocos ánimos se levantó y abrió la puerta, para encontrarse frente a frente con su pelirroja vecina, no sabía que decir, así que solo se hizo a un lado y la dejo pasar.

Al girarse la vio, vio sus ojos, en los que esperaba encontrar enojo, o que su rostro mostrara la molestia que sentía por él, pero su sorpresa fue ver que nada de eso estaba presente en la pelirroja, o tal vez sí, pero lo sabía disimular.

–Zemo. – hablo Nat con voz pacífica. – ¿Estas bien?

El castaño no sabía si mentirle o decirle como se sentía. En verdad necesitaba sacar lo que pasaba por su mente, así que decidió ser sincero con la pelirroja, no totalmente, pero solo hablar de la situación.

–No, no me encuentro muy bien.

Ambos se sentaron en el sofá, cerca uno del otro, Natasha le tomo la mano y lentamente le dio un apretón.

–¿Cómo estás?

–En un punto medio, en ocasiones mal y en otras no tanto. – se detuvo por unos segundos, para ordenar lo que quería decir. – Necesito hablar con James, necesito contarle todo, le debo una explicación.

Natasha lo observaba en silencio, le apenaba ver en ese estado a Zemo, el semblante de su rostro serio, pero decaído, sus bonitos ojos opacos, no parecía ser el Zemo de siempre, cuando los dos salían por las noches, o el que salía con ellos a cenar o a una fiesta, no se parecían en nada, y de verdad no le gustaba verlo. Aunque al principio, cuando se entero de la identidad del Sokoviano, se molestó, enojada era lo que sentía, ella lo consideraba un buen amigo, creyó que por la confianza que tenían, Zemo pudo haberle confesado la verdad sin miedo.

Su enojo desapareció cuando la noche anterior, lo vio, ella venia caminando por la acera para entrar al edificio, por un leve movimiento de cabeza, su vista se alzo y vio al castaño, que estaba en el balcón, no lo podía ver a la perfección ya que el alumbrado no estaba en buen ángulo. Se quedo por unos minutos viéndolo, agudizando la vista pudo notar el rostro de Zemo lleno de tristeza, el cual no perdía de vista el balcón de Bucky, sintiéndose fatal cuando llevo ambas manos a sus mejillas haciendo movimientos de limpieza, en segundos el castaño desapareció por su puerta.

Fuego  (WinterBarón)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora