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Cuando despertó observo que los rayos del sol que entraban por la ventana eran más intensos, se dio cuenta de que era tarde, su vista viajo al reloj, el cual marcaba las 10:58 de la mañana, se quedó unos minutos sentado en la cama recordando lo que había hecho anoche, un poco de alcohol, un rato de baile y muchas risas con las conversaciones.

Recuerda el regreso, el cómo ayudo en todo el camino a Natasha para no caer, aunque su cuerpo se iba en vaivén, en ningún momento accedió a quitarse los tacones, asegurando que podía con ellos. También le ayudo a llegar a su departamento, dejándola en la cama recostada, no sin antes quitarle las zapatillas y dejando su cuerpo de lado, solo así regreso a su piso para dormir.

Se levanta, cambia su ropa por una sencilla y realiza todas las actividades que ejecuta en las mañanas; hacer un desayuno sencillo, tomar su café, regar sus plantas de la cocina como las del balcón, aseo del departamento, y la tarea que le lleva más tiempo, hacer la lavandería.

En el balcón destiende su silla plegable de madera, la acomoda a manera de ver hacia frente a toda la calle, regresa dentro por su taza de té para beberlo tranquilo, se sienta y suelta un suspiro, diciendo internamente que esta silla es maravillosa, nunca pensó que algo así se sintiera tan bien.

Se deja llevar por sus pensamientos, en los momentos en los que se encuentra solo y sin nada que hacer, su mente viaja a Sokovia, recordando su casa, su padre, en Oeznik, quien a lo largo de los años no solo lo ha considerado como su amigo, sino que también parte de su familia, imagina que es lo que ha pasado en este poco tiempo que tiene fuera, el trabajo que ha de tener su padre, pero no se preocupa, su padre es capaz de realizar muchos trabajos con gran efectividad en el resultado.

Le gusta estar así, le agrada mucho, podría acostumbrarse, pero sabe que en el fondo no es algo totalmente seguro, Zemo es de las personas que le gusta hablar frente a muchas personas, así como con personas importantes para llegar a acuerdos que beneficien a grandes poblaciones.

Deja de divagar cuando siente un peso en sus piernas, tan absorto estaba que nunca noto cuando Alpine cruzo el balcón para llegar hasta a él, ambos se miran, Zemo lleva una mano para rascarle la cabecita, logrando que este comience a ronronear, haciendo sonreír a Zemo, observa como con sus patitas delanteras empieza a amasar sus piernas para después de unos segundos acostarse y continuar ronroneando para que Zemo no pare de rascarle y acariciarlo.

–Me sorprende lo rápido que te ganaste a Alpine, Helmut.

El mencionado voltea a ver a Bucky, lo observa sonriendo en su dirección, no solo a él, sino que también hacia su gato.

–Bueno, parece que poseo una gracia con los animales.

–Ya lo creo. – camina hacia la orilla del balcón que está más cerca del de su vecino, se inclina hacia delante apoyando sus antebrazos en la superficie de hierro, todo eso sin quitar la vista y sonrisa hacia Zemo. – ¿Tienes planes para esta tarde?

–Si ir de compras por una pequeña despensa son planes, entonces sí, en efecto lo tengo – responde en broma.

–No tienes. – da por sentado Bucky. – ¿Ya almorzaste?

Zemo siente como se le acelera el pecho, oír esa pregunta hace que su mente se imagine algo más, por dentro siente sudar frio por los nervios, pero por fuera lo disimula muy bien.

–A decir verdad, no, no he almorzado.

–Genial. Hoy es el cumpleaños de un amigo y compañero del trabajo, y le van a celebrar, es algo pequeño lo que van a hacer, ¿Te gustaría venir conmigo?

–No creo que sea correcto James.

–¿Por qué no?

–Porque no conozco a tus amigos y ellos no me conocen.

Fuego  (WinterBarón)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora