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Zemo despertó el domingo muy temprano con algo en mente, al sentarse en la cama para iniciar su día, su vista fue directo al rincón, donde estaba el cesto de ropa sucia. Al pasar los días veía como este se llenaba y como su guardarropa se iba vaciando, al punto de que ahora solo le quedaban dos pantalones y dos camisas, los abrigos estaban intactos, pero era imposible que los utilizara, el clima no era adecuado.

Suspira, ya pensara en eso en unas cuantas horas más, se levanta con dirección al baño, donde se asea, de regreso en la habitación ordena la cama, se mira en el espejo para peinarse, se deja el pijama, al pasar los días descubrió, más bien se dio cuenta que muchos de sus vecinos y de otros edificios salían con pijama a la calle e incluso lo traían puesto en el día. No le vio ningún problema, y tomando el ejemplo se quedó con el suyo esa mañana, ya se cambiaría en la tarde para ir a la cafetería.

En la cocina se hizo un desayuno sencillo junto con lo que nunca podía faltar, un buen café para empezar bien el día, regó las plantitas que tenía en la ventana de la cocina, al igual lleno una regadera para plantas, la cual era para las plantas del balcón, porque si, ya había decorado el lugar, en esos días que salió poco, lo ocupo para arreglar.

Al abrir el balcón le agrado ver el pequeño lugar, se sentía orgulloso de su trabajo, se acercó a regar cada uno, empezando por las macetas de hiedra que estaban en cada esquina del balcón, aún estaba pequeñas, pero ya sabía que al crecer las ramas las acomodaría en las protecciones del balcón, para que todo se llenara de verde, también la maceta alargada donde estaban las petunias, está la acomodo en medio de la baranda, en una tabla que la acomodo unos centímetros menos que a la altura de la barra, descansaba en medio una maceta de margaritas y a ambos lados de esta, otras macetas pequeñas de verbenas, todas las plantas aun eran pequeñas, tenía que esperar a que crecieran para que lo que tenía en mente se hiciera, era cuestión de paciencia, agua y mucho sol, ya que las plantas que escogió eran resistentes a estar en el sol.

–Guau, eres bueno también con las plantas.

Esa voz, era el vecino. No se dio cuenta cuando abrió la puerta, estaba pensando en otras cosas. Era raro, a estas horas él ya no estaría en su departamento, ya era tarde.

–Buenos días James. – saluda Zemo girando en dirección al balcón de al lado. – Hago lo que puedo, además de que se veía abandonado.

–Buenos días Helmut. – Bucky devuelve el saludo. – Pues es más de lo que otro pudiera hacer, échale un vistazo a los demás balcones y veras que pocos tienen, aunque sea una planta. – extiende sus manos a los lados, camina a una esquina de su balcón y levanta una pequeña plantita mostrándosela a Zemo. – Mira, yo solo tengo este cactus, y sigue vivo porque no necesita tanta agua.

–¿Tú la compraste?

–No, Steve me la regalo cuando se mudó, dijo que era algo para recordarlo, pero como se me va a olvidar, si los dos trabajamos juntos. – contó rodando los ojos.

A Zemo le causo gracia, haciendo que riera, segundos después uniéndose Bucky. La risa junta de los dos era un sonido perfecto, cualquier persona podía decir que eran de un par de adolescentes explorando cosas nuevas.

–Perdona mi indiscreción, pero, ¿No fuiste a trabajar? – pregunta Zemo curioso.

–No te preocupes, para hacer amigos debemos preguntar para conocer del otro. – dice regalándole una hermosa sonrisa, sintiéndose Zemo sonrojado. – Vengo llegando, anoche inicie el turno nocturno de esta semana, el domingo siguiente me toca de día. Cada semana cambiamos turno. – explica.

Eso explicaba que anduviera vestido con pantalones de mezclilla, una camiseta blanca, si apenas hubiera despertado lo más probable es que anduviera como en la mañana del día anterior. De solo pensarlo, a Zemo se le vino a la mente Bucky con el cabello revuelto, y el torso descubierto, enseguida se detuvo, no era momento de tener esas imágenes en la mente, no, no lo era.

Fuego  (WinterBarón)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora