Capítulo 9 | Baile

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BAILE

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BAILE

Ana era amable. Demasiado amable y sexy. Cada movimiento que hacía lo realizaba de manera confiada, como si no fuera consciente de que la mayoría de los ojos estaban fijos en ella. Incluso Roberto lo notaba y era de los que evitaba mirarla, seguro por haber detallado mi incomodidad y no desear alimentarla. En cambio, me abrazaba y buscaba estar pendiente de lo que decía Azucena.

De cualquier forma, tampoco se quedó con nosotros demasiado tiempo en los sillones que pudimos agarrar. Tanto ella como Christian se la pasaron en la pista de baile. Se reían, bailan y la pasaban bien apartados de nosotros. Aunque debió sentirse como un alivio para mí, ya que evitó que Roberto hiciera algún tipo de conexión con él, había una ligera molestia en mi interior. Quizá que estuviera con alguien como ella me hizo sentir inferior, ¿cómo haberse fijado en mí, si tenía a mujeres así a su alcance? ¿Había sido solo sexo como dijo Azucena y simplemente me escogió porque no había nadie más disponible y fui tan ingenua para caer?

—¡Laura!

El grito de Azucena hizo que mi atención volviera a posarse en quienes tenía cerca y no en lo que ocurría más allá.

—Discúlpala —río Roberto rodeando mi cintura con su brazo—. Seguro todavía tiene malos recuerdos de lo que sucedió hace unos días. Por más que le diga que no hizo nada malo, sigue sintiendo culpa.

—Pero si sale divina en el video —replicó mi amiga colocando de nuevo su copa en la mesa que compartíamos—. Te aseguro que ni siquiera lo ha visto.

—Claro que no. Verme a mí misma haciendo el ridículo es un gran no. —Crucé mis piernas hacia el otro lado y acomodé la falda de mi vestido—. Solo sé que a Mariela no le gustó y casi pierdo contra Beth por eso.

—No puedes sacar conclusiones así. Ya te lo enseño. —Azucena sacó de su cartera tipo sobre el celular y empezó a buscarlo en el que supuse era el perfil del bar—. Haces un movimiento demasiado espectacular, que ni sé cómo explicarlo. Con razón tienes a Roberto loco por ti.

Soltó una risita que el mismo Roberto imitó. Después, mi amiga empezó a mover su cuerpo al ritmo de la música, o quizás intentando recrear lo que yo supuestamente hice. Por detrás de ella, se acercó un sujeto que tenía la camisa bastante desabotonada, dejando a la luz gran parte de su abdomen esculpido.

—¿Todo eso es tuyo, mi vida? —le preguntó.

Bebí de mi mojito para no soltar una carcajada por la expresión que puso Azucena. Roberto me dio un beso en la sien.

—Claro que sí. ¿De quién más sería? —interrogó mi amiga batiendo su cabello y girando para verlo.

—¿Y te gusta compartir?

Azucena se inclinó hacia adelante para tomar su copa y darle otro sobro a su daiquirí mientras escaneaba al hombre sin disimulo. Era atractivo, pero del tipo que tenía un enorme letrero de: HUYE. Cabello algo largo, ropa costosa pero un poco arrugada, y un perfume que se queda en tu mente por horas. Era otro gran no para mí, pero mi amiga me sorprendió al tenderme su bolso y poniéndose de pie.

Ataduras del Pasado [COMPLETA] | A Destiempo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora