Capítulo 19 | Viaje

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VIAJE

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VIAJE

Durante el viaje de avión no pude sacarme a Roberto de la cabeza. Su ánimo apagado, con esa sonrisa que no le iluminaba los ojos, me preocupó. Estuvo más pensativo de lo normal y noté que esos días buscó con menos frecuencia mis labios. Casi no tocaba su celular y cometí el pecado de revisárselo un par de veces sin hallar nada sospechoso. Había dejado a Micaela en visto.

Estuve a punto de no irme. No obstante, cuando el viernes llegó, tuve encima la presión de mi jefa de aprovechar de entrevistar a la señora García, y el entusiasmo de Azucena al recogerme en mi apartamento.

Como Roberto se había dio a trabajar unas horas antes, le dejé sobre la mesa de la sala una foto que Beth nos tomó durante la degustación, habiendo añadido unas palabras afectivas en el reverso. Sabía que esa separación sería una prueba y me asustaba decepcionar a todos, especialmente a Roberto y a mí misma.

Azucena no paraba de hablarme y de intentar sacarme una sonrisa. Me contaba de sus citas de ensueño con Braulio, recordándome lo bonita que era esa primera etapa de empezar a conocerse. También tocaba por encima temas del trabajo, situaciones chistosas y trataba de sacar con paciencia comentarios de mi parte.

Fue grato que lo hiciera. Hundirme en mis angustias no era la mejor forma de comenzar ese viaje. Sin embargo, era consciente de que otro de sus motivos fue el ignorar lo más posible la presencia de Ximena, la exnovia de Christian. Ambos también iban a la casa de Margarita García y solo obtuve un verdadero respiro de ellos en el avión, porque nos tocó puestos separados.

—¿Crees que también se quede en la casa de mi tía con nosotros? —me preguntó Azucena en un susurro mientras esperábamos nuestro equipaje.

La maleta de Ximena acababa de salir y Christian fue con ella hacia la cinta transportadora para ayudarla. Era tonto que lo notara, pero el color de su ropa combinaba.

—¿No sería raro? Ellos tienen su historia, así que no creo que... Bueno, no sé —repliqué.

Al fin y al cabo, yo no era nadie para opinar. Además, pensándolo bien, quizás interactuar con ambos me ayudaría a volver a sacar a Christian de mi sistema.

—No me sorprendería. Sé que mi tía le sigue teniendo mucho cariño.

Preferí encoger los hombros. Tampoco iba a enfrascarme en especular sobre alguno de ellos dos.

Justo vi mi maleta salir y fui por ella. La de Azucena la siguió, así que oí a mi amiga caminar detrás de mí. Christian se dio cuenta y vino a ayudarme a mí primero.

—Agarra la de Azucena. Yo puedo sola.

Mi equipaje no era tan pesado. De hecho, era más pequeño que el de Azucena y era solo una maleta; a diferencia de las dos que traía Ximena. Eran cinco días de estadía y yo me consideraba bastante práctica a la hora de empacar.

Ataduras del Pasado [COMPLETA] | A Destiempo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora