Capítulo 10 | Juego

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JUEGO

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JUEGO

La salida el domingo con los compañeros del trabajo de Roberto había estado bien. Fue en una pizzería y admito que se trató de una velada tranquila. Me atrevo a decir que rozando lo aburrido. A pesar de los intentos de Roberto por mantener los temas de conversación neutrales, en los que yo pudiera sentirme cómoda e intervenir, se desviaban a asuntos del trabajo o cosas químicas que yo no entendía. Incluso Micaela, una de las dos mujeres que fueron, compartió un chiste que casi hizo que mi cerebro se reiniciara, pero causó un estallido de risas en la mesa. No me quedó de otra que fingir y seguirles la corriente.

Por suerte, Roberto no notó que no la pasé del todo bien. Lo bueno fue que él sí se divirtió y me alegraba, sobre todo por el gesto que tuvo conmigo el sábado sin saber que me había empujado a los brazos del hombre con el que lo traicioné.

Y justamente iba en camino a volverme a encontrar con Christian. Ya tenía en mis manos la versión corregida de la entrevista y solo faltaba que le diera su aprobación. Luego de eso, ya mi labor con él estaría concluida. Las fotografías también estaban casi listas, como me comentó Azucena. A mediados o finales de semana el recordatorio de mi pecado se iría y las cosas regresarían a la normalidad.

Esa mañana fui a la oficina de Mariela para indicarle mi elección de vestido. Roberto me dejó la decisión a mí y escogí uno bastante parecido al que más me gustó de los que me mostró mi mamá. Así que, solo quedaría concentrarme en los preparativos y en elegir una fecha tentativa con Roberto.

Pero, antes de todo eso, debía cruzar la puerta de la sala de conferencias y enfrentarme una vez más a Christian. Reuní las fuerzas necesarias e ingresé. Ahí ya estaba él, justo en la silla frente a la puerta. Estaba recostado contra el espaldar de su asiento, con sus audífonos puestos. Su vestimenta formal era un saco vinotinto que resaltaba entre los tonos tierra de su camisa, pantalón y zapatos.

—Buenos días —saludé con una sonrisa y forzándome a romper el contacto visual.

—Buenos días.

Cerré la puerta detrás de mí y avancé erguida hasta la silla frente a él. Acomodé la tablet, mi blog de notas y mi taza con café sobre la mesa.

—Bien, comencemos porque creo que luego tienes que ir a revisar las fotos —dije conforme desbloqueaba la tablet y buscaba el archivo que le haría leer—. Como estaba planificado, hoy recibí las correcciones y casi no hubo modificaciones, así que esto seguro será rápido y...

—¿Qué tal estuvo la cena anoche con los amigos de Roberto? —me interrumpió.

Mi mente quedó en blanco por unos instantes. ¿Por qué le importaría eso? Al parecer no le preocupaba arruinar mi plan de hablar sin parar para evitar que una conservación entre ambos surgiera. No podía ocurrir de nuevo lo de la discoteca, mucho menos en un lugar así de apartado de las miradas. No podía permitirme sentir bien en su compañía, ni con sus manos sobre mí, ni con su aliento tan cerca.

Ataduras del Pasado [COMPLETA] | A Destiempo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora