Capítulo 22 | Deseo

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DESEO

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DESEO

Para mí solo existía su sabor, su respiración y el agarre que ejercía. Yo me aferraba a su camisa, arrugando la tela entre mis dedos. No confiaba en la debilidad de mis piernas y lo que más deseaba era que me alzara para rodearle la cintura y tener sus manos en mi trasero. La chispa ya había encendido un fuego que sería difícil de apagar.

Los besos eran voraces. Yo lo autoricé para que dejara de contenerse y continuaba haciéndolo con cada respuesta de mi parte, intentando igualar su intensidad. Volvía a ser esa universitaria que quería escapar de los patrones de perfección y ser alocada por una vez en su vida. No deseaba pensar en consecuencias; solo sentir y dejarme llevar.

Dar un paso hacia atrás era darle entrada a la culpa y haría lo posible por retrasarla un poco más.

Sin embargo, recuperar el aliento fue necesario. Christian separó nuestras bocas, tirando de mi labio inferior y así provocando un estremecimiento por todo mi cuerpo. Unió nuestras frentes y sostuvo mi rostro con ambas manos. En sus ojos podía ver el brillo del deseo, pero también el temor de que me escapara.

El problema era que, a pesar de disfrutar de la calidez de su toque, sin la neblina mental que causaban sus besos, la realidad me golpeaba. La música volvía a ser captada por mis oídos, así como la presencia de las otras personas en el bar. La pregunta de qué hacía allí sin mi prometido explotó en mi cabeza. El reproche de haber sucumbido a la lujuria se asentó en mi pecho.

Christian notó el pánico instalándose en mí. Su agarre se aflojó.

—Laura...

—No, no. No, no.

Me escabullí fuera de su alcance. Me miró estupefacto, sin realizar movimiento alguno. Su imagen y lo que acababa de ocurrir había sido demasiado. Maniobré entre la multitud y me encerré en el baño.

Ya tenía lágrimas en mis mejillas y se me dificultaba respirar. Le había fallado a Roberto y a mis esfuerzos por sacar a flote nuestra relación. Ahora sí era la prometida infiel.

Me apoyé del lavamanos y examiné mi reflejo. Mi maquillaje estaba un poco corrido. El labial extendido fuera de mis labios era evidencia de mi falta. Sentía como si al salir de ese baño todos sabrían lo que acababa de hacer. Asimismo, esperaba que en cualquier momento mi celular sonora con una llamada de Roberto, como si de alguna manera se hubiera enterado.

Sabía que exageraba y que era imposible. No había aparecido un cártel en mi frente, ni Roberto me espiaba. Pero, estaba demasiado abrumada con la ruptura del cuento de hadas. Una cosa era enfrentar a mis demonios en mi cabeza y otra materializar la prueba irrefutable de que mi relación con Roberto estaba mal.

Me lavé el rostro. Necesitaba por lo menos borrar el rastro de los besos. El contacto con el agua fría ayudó a que me serenara un poco. Lo que quedaba era salir de allí, tomar un taxi y regresar a casa el día siguiente, luego de la prueba del vestido. No podía permanecer cerca de Christian. No en esas condiciones.

Ataduras del Pasado [COMPLETA] | A Destiempo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora