INTENTO
No estaba segura de si Christian bailaba para tentarme, o sin ninguna mala intención. La cuestión era que durante sus pausas entre ejercicios movía su cuerpo al ritmo de la música y repetía la letra, especialmente de las canciones sugerentes de reggaetón. Porque sí, gran parte del repertorio que colocaban era de ese género y él lo disfrutaba.
Tres años atrás no había sido así, ni tampoco iba acorde con la imagen de oficina que conservaba fresca en mi mente. Sin embargo, sí con el alma libre que proyectaba en sus redes sociales. Lucía despreocupado y feliz, al punto de hacerme desear un poco.
Se sentó frente a la máquina donde ejercitaba su espalda. Puso sus manos en cada extremo de la barra que colgaba de una polea y, antes de halarla para acercarla a su nuca, su mirada cruzó con la mía.
Desvié mi atención de inmediato. Me di la vuelta para disimular colocando las mancuerdas que estuve usando en su sitio. Después me fijé en Braulio, quien había estado explicándole a Azucena el siguiente ejercicio, y alzó una ceja mientras ojeaba de mí a Christian. Se había dado cuenta de mis miradas.
—Señora Laura, su prometido está aquí —informó Cristal sacudiendo su mano desde el mostrador y hablando por el micrófono por encima de la música.
Roberto estaba de pie frente a ella, sosteniendo un ramo de flores y atento a nosotros. Pero, ¿desde cuándo? ¿Me había visto embobada con el primo de Azucena?
Con el temor de haber sido descubierta, tomé agua de mi botella y fui a saludarlo. Los que no tuvieran ropa deportiva no podían acceder al área de las máquinas.
—Qué sorpresa —dije.
Antes de decir algo, me dio un beso intenso que hizo mis mejillas arder. Al apartarse, me dio las flores.
—Está bien para variar, amor. ¿Qué tal una cita? Pensé que ya estabas por salir, ¿cierto? ¿O calculé mal la hora?
—Sí, ya casi terminamos. Solo me faltaba un ejercicio, pero puedo saltarlo por hoy... —Posé los ojos en Braulio y él me hizo una señal para que me fuera. Azucena también movió su mano en modo saludo/despedida—. Déjame ir a cambiarme y vamos.
No me retiré sin darle otro beso. Me dirigí a los baños y en ningún momento volví a mirar a Christian. Era mejor hacer como si no existiera.
Me di una ducha rápida y vestí con la misma ropa que llevé al trabajo ese lunes. En diez minutos estuve lista. Roberto esperaba por mí apoyado del escritorio y entreteniéndose viendo a las personas haciendo ejercicio.
—Vamos, amor —indiqué.
Me quitó mi bolso deportivo de las manos y se lo guindó en el hombro. Y, como gesto diferente, rodeó mi cintura con su brazo y depositó un beso en mi sien para salir caminando de esa manera. Era un poco incómodo, pero no me aparté.
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Ataduras del Pasado [COMPLETA] | A Destiempo I
RomansaLaura lleva años con su primer novio; el hombre perfecto, el que su familia adora y sus amigas envidian. Lo ama. Eso se dice. Sabe que fueron hechos el uno para el otro, porque comparten los mismos gustos, las mismas metas y nunca discuten. Sin emba...