Capítulo 11 | Ejercicio

187 24 22
                                    


EJERCICIO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EJERCICIO

Subí el cierre del vestido ajustado de semicuero que llevaba puesto. Era negro y con un par de volados, pero lo que más resaltaba en mi imagen frente a la espejo era el cintillo de orejas de gato. En mi cuello también había una cinta negra con una campana y en la parte trasera de la prenda se alzaba una cola peluda. Mis piernas estaban cubiertas con pantimedias acompañadas por dos ligas de encaje en los muslos. Y, los tacones de punta fina me daban un aspecto incluso más matador.

No recordaba la última vez que me vi así de seductora. A pesar de parecer salida de una perversa película para adultos, me sentí a gusto. Además, la chica de la tienda sexual me había dicho que ese conjunto era de los más comprados. Aunque, claro, Roberto no era cualquier hombre, así que no estaba segura de cómo lo tomaría, o si lo hallaría atrayente. ¿Y si consideraba que rozaba la zoofilia?

—¡Amor, ya va a comenzar la película! —me llamó Roberto desde la sala.

Me esperaba creyendo que solo tendríamos una tranquila noche de televisión, sin embargo, luego del gimnasio fui a comprar la sorpresa que ya cargaba puesta y no lo retrasaría. Me sentía culpable por haberme quedado viendo más de una vez a Christian haciendo ejercicio. Por haber admirado su cuerpo sudoroso y sus músculos siendo trabajados. Por haberme imaginado escenas indecentes y prohibidas.

Ya no podía esperar su ida para llenar el vacío en mi relación con Roberto. Tampoco quedarme quieta esperando que se resolviera solo. Lucharía por lo nuestro y tomaría en cuenta los consejos que encontré por internet. Cumplir una fantasía sexual era una de ellas y, según la estadística, tener una chica gata —o «neko girl» como me salió— era de las más comunes.

Terminé de poner labial rojo en mis labios y me contemplé una vez más antes de salir de la habitación. Me apoyé de mi costado contra la pared, con mi mano en la cadera y alzándola un poco.

—Miau —dije para captar su atención.

Roberto, quien ya estaba acurrucado en el sofá y listo para la película, se quedó congelado por un momento al verme. Su boca se desencajó y puso el control del televisor con lentitud sobre la mesa.

Caminé hacia él con una gran sonrisa. Estaba completamente anonadado en el buen sentido. Eso era bueno.

—Mierda —exhaló cuando estuve a unos cuantos pasos. Tragó grueso.

—Miau —repetí, pero en esa ocasión inclinando la cabeza hacia un lado y girando tomándome mi tiempo para que admirara el atuendo por todos los ángulos.

—Laura, ¿qué...?

—Shh —lo interrumpí y puse un dedo en sus labios para que obedeciera.

Hizo el esfuerzo por hacer el edredón a un lado, pero se le dificultó por no poder apartar la mirada de mí. Sus ojos estaban hambrientos y yo era la gatita que anhelaba comerse. Sin parar de hacer ligeros movimientos de un lado a otro con mi cuerpo, me encargué de retirar lo que evitaba que me abalanzara sobre él.

Ataduras del Pasado [COMPLETA] | A Destiempo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora