cap.36| Ceremonia •parte 2

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Se acercó por detrás de su hermoso chico y se tomó su tiempo para admirarlo mientras él, distraído, veía con una sonrisa la demostración de danza árabe, que hacían Alice y Jasper en la pista de baile; estaba simplemente hermoso con ese traje blanco amoldado a su atlética y pequeña figura, y qué decir del discreto maquillaje que no hacía más que resaltar su belleza angelical.

No podía estar más feliz en este momento, y la sonrisa imborrable en sus labios era prueba suficiente de ello. Finalmente, finalmente podía gritarle al mundo que ese chico era su esposo, el amor de su vida, su alma gemela. Y eso nada ni nadie lo cambiaría. No pudo haber hecho nada mejor en su vida que proponerle matrimonio. Lo amaba tanto, ese chiquillo era su mundo entero, su razón para vivir.

Lo elegiría una y mil veces sin cambiar nada de su historia, porque eso es lo que los llevó a donde estaban ahora. No podía imaginar un mundo donde las cosas se hayan dado de forma distinta, no podía imaginar un mundo sin su pequeño y adorable cachorro, su bebé.

Deslizó sus brazos por su cintura pegándole a su cuerpo llenándose con su delicioso y dulce aroma. Durante toda la noche no había podido abrazarlo como quería, no lo habían dejado, pero éste era su momento.

- ¿Me concede esta pieza, Señor Black de Cullen? - le susurró al oído sintiéndolo estremecerse entre sus brazos, sonrió de lado viéndolo girarse pasando sus brazos por su cuello. Se veía tan feliz y resultaba alargador ser el causante de esa felicidad. Se encargaría de mantenerlo así; sonriente y feliz, sin lágrimas de por medio.

- Es todo un placer, señor Cullen de Black - rió alejándose un poco de él. Sostuvo su mano mientras se dirigían a la pista de baile. Se abrasaron mientras la canción avanzaba, moviéndose lentamente, viendo a las personas felices moviéndose al ritmo de la música. Abrazó fuerte a su chico que se mantenía en calma con la cabeza recostada en su pecho.

Se sentía en paz cuando estaba con él, como si finalmente hubiese encontrado su lugar en el mundo. Su ancla.

- Acaba de llegar otro de tus regalos - le susurró deteniendo el ritmo suave que habían mantenido. Miró divertido la confusión en su rostro, estaba seguro que iba a adorar éste obsequio.

- ¿Qué? - preguntó, separándose de su pecho con la confusión pintada en su rostro. Sostuvo sus mejillas entre sus manos y dejó un casto beso en sus labios.

- Es una sorpresa, amor - soltó una risita cuando soltó una queja por su falta de información - Ven, vamos - tomando su mano, lo guió a través de el cúmulo de gente sintiendo su mirada interrogante puesta en él durante todo el trayecto. Se detuvo al llegar al final del jardín y comienzo del bosque.

- ¿Un regalo de bodas? ¿aquí? ¿Qué cosa extraña es? No me digas que tienes alguna especie de fetiche raro con el pasto y las ramas, porque salgo corriendo - no pudo frenar la carcajada que dejó su garganta al escuchar tremenda él seguía parloteando tratando de sacarle algo.

- Esa imaginación que tienes nunca va a dejar de sorprenderme - murmuró sin dejar de sonreír, luego dejó un golpecito en la nariz, porque él se veía muy tierno mirándolo con sospecha - lo traje aquí, porque es más privado - le aclaró, pero él no se veía muy convencido con la respuesta.

- Si claro, como si no te conociera, Cullen - iba a reprocharle el volver a ser llamado por su apellido cuando se acababan de casar, pero algo, más bien alguien interrumpió culaquier cosa que fuese a decir.

- Lamento presentarme en éstas fachas, pero no me dió tiempo a ponerme el traje - vio con un poco (mucho en realidad) de celos como el rostro de su pequeño se transformaba en una mueca de alegría al ver a Brady que se asomaba de entre los arbustos. Su esposo soltó su mano y corrió hacia él, abrazándose a su cintura cuando lo alcanzó. El chico lo cargó, dándole un par de vueltas en el aire y él tuvo que tragarse un gruñido posesivo y recordarse que lo hacía por ver a su bebé feliz.

Entre el Crepúsculo y el Amanecer [Edward x Jacob]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora