♣♥♣
- Bien, creo que ya saben porqué estamos aquí - empezó hablando Billy, después del pesado silencio, que se había establecido en la morada de los vampiros trás su llegada.
- Creo estar al tanto de la razón de su inesperada visita... - respondió Carlisle, dándole una mirada a ambos involucrados que luchaban por no encontrar la mirada contraria. Sabía a dónde se dirigía esa repentina reunión.
Aquella tarde en el bosque Edward no tuvo más remedio que contarle a sus hermanos qué era aquello que lo tenía tan atormentado.
Días después - gracias a que a Emmett se le fue un poquito la lengua - tuvo la misma charla con el resto de la familia, y demás está decir que se quedaron bastante sorprendidos con lo sucedido.
No se lo tomaron a mal -como él lo había imaginado- y tampoco lo presionaron a tomar una decisión.
Bueno, Rosalie, como siempre, hizo un poco de rabietas del porqué aquello era malo para todos. Alice primero se puso triste por Isabella, pero luego chilló emocionada, porque aquello era cosa del destino y ella creía fielmente en esas cosas.
Y sus padres, bueno, sólo le dijeron que él era el único que sabía que era lo que iba a hacer con su "vida". Dejaron a su criterio lo que quería hacer con lo sucedido. Creyendo ciegamente que él iba a tomar la decisión correcta, en la que ninguno de los dos saliera lastimados.
- Esto es...- tomó la palabra el viejo Quil Ateara, sin saber cómo abordar el tema. Aquella reunión era por demás incómoda, no por el tema en sí, sino porque nunca se habían relacionado con aquellos vampiros más que para temas referentes al tratado - muy difícil por no decir raro, nunca ha sucedido algo siquiera parecido al caso, pero el destino y la diosa Luna nunca se equivocan al momento de elegir nuestras parejas y...
- ¿No dicen por ahí que siempre hay una primera vez para todo? - replicó Edward con ironía, le dio una mirada de muerte al, según él, causante de todo aquel desastre, quien solo rodó los ojos importándole un reverendo rábano lo que pensara de él - porque esta vez si que fallaron - dijo aquellas últimas palabras mirándole a los ojos. No encontrando más que repulsión en los orbes contrarios.
Hasta ese momento no se había percatado de que no podía leer sus pensamientos, eso lo descolocó. No sabía por qué, pero quería saber que pensaba él de todo esto, aunque por su cara no debería ser nada bueno, por supuesto.
Él lobo se había mantenido desde que llegó en una esquina, recostado en una pared, con los brazos cruzados y una expresión de "odio al mundo y el mundo me odia a mi", ignorando todo a su alrededor como sino estuviesen hablando de él, ni prácticamente decidiendo su futuro.
- Claro que no, muchacho... - habló Sue la única mujer en el consejo, había tomado ese lugar después de la muerte de Harry, su esposo - la imprimación no se equivoca, con ella se elije la persona adecuada para un lobo, aquella que pasará el resto de su vida a su lado. Es literalmente la otra mitad del lobo. Su alma gemela por así decirlo.
- Eso son sólo tonterías, a mi no me van los hombres. ¿Entonces por qué no pudieron elegir una chica para mi maldita sea, y de preferencia que no sea una chupasangre? - chilló Jacob molesto, y un pequeño chico a su lado le dio un codazo mal disimulado, mirando a los vampiros presentes con una mirada de disculpa en su tierno rostro.
Y Edward nunca lo aceptaría, ni siquiera para él mismo. Lo negaría rotundamente si se le preguntara, pero aquellas palabras le dolieron, cuando no tenían que afectarle en lo más mínimo.
- Entiende de una vez, que para la imprimación, no existe la edad, el género, ni la raza - Agregó Billy.
Edward pudo leer en sus pensamientos que ya está harto de la actitud de su hijo. Se dio cuenta que él no era el único fastidiado por lo que les estaba pasando. También vio tanto en los pensamientos de su padre, como en el resto de los lobos todo lo que Jacob había estado pasando estos días. No era su intensión espiar como la estaba pasando el joven lobo, pero aquellos pensamientos y recuerdos llovían por doquier, casi como si fuera a propósito para que llegaran a él.
Jacob rodó los ojos ante las palabras de su padre. Estaba harto de escuchar lo mismo. Nadie lo entendía a él, excepto la Garrapata, pero él era el causante de sus problemas, así que no contaba.
- Con esta situación el tratado tendrá que sufrir ligeros cambios - aportó Sam, ignorando la mirada fulminante de Jacob - al Edward ser la impronta de Jacob obviamente puede entrar al territorio de la manada sin sufrir daños, así podrán pasar más tiempo juntos...
- Yo no pienso estar con un maldito perro pulgoso - soltó el aludido, con fastidio. Estaba harto de escuchar todo ésto sin que nadie pidiera su opinión.
¡Estaban decidiendo sobre su vida como si él no estuviera presente!
- ¡Edward! - le reprendió Esme, viendo a su hijo con reproche por su falta de tacto.
- Pues ni te sientas importante cariño, porque yo no pienso estar con una maldita sanguijuela - se burló Jacob en el mismo tono, mirándolo directamente a los ojos, tratando de transmitir todo su odio a través de su mirada, pero falló en el acto al ver esos ojos dorados y se obligó a si mismo a apartar la vista.
- No me llames "cariño" que me dan náuseas, remedo de perro.
- ¿Cómo me llamaste, abeja pálida? - el pequeño lobo dió un paso al frente con el entrecejo fruncido y Edward estuvo a punto de reírse en su cara, de no ser porque el grito demandante de Billy lo detuvo.
- ¡Por qué mejor no dejan de ser tan testarudos los dos, que no ven que se están haciendo daño, no pueden ir en contra del destino de SU destino! -
- ¡Pues el destino que se vaya a la mierda, entiendan de una puta vez que yo no voy aceptarlo! - gruñó por última vez Jacob que ya no soportaba más esa situación tan ridícula, en la que literalmente lo querían obligar a estar con un maldito vampiro a costa de su voluntad.
En cuanto estuvo fuera de la vista de todos se transformó. Salió corriendo a la reserva, necesitaba pensar, aclarar sus pensamientos, sus sentimientos...
❄❄❄
Después de que los lobos se fueron de su casa, se había encerrado en su habitación, lugar que últimamente era su zona de confort. Tenía muchas cosas que pensar, y si seguía así le iba a dar una jaqueca -aunque fuera científicamente imposible-.
-¿Qué haces ahí? - una voz interrumpió sus pensamientos.
- ¿A qué te refieres? - miró desconcertado a Emmett por la extrañes de su pregunta.
Estaba en su habitación. No había nada de raro en ello a su parecer.
- Wow, en serio el cachorro te está haciendo efecto - se burló soltando una risita, y sus palabras dejaron más confuso y molesto a Edward - recuerdo que por estos momentos, antes de que el perrito te moviera la cola, ya estabas colgado como murciélago de la ventana de la chica Swan - entonces cayó en cuenta que su novia estaba encerrada en su casa y él no hacía el más mínimo esfuerzo si quiera por ir a verla.
Saltó por la ventana sin dedicarle ni una mirada más a su hermano. No percatándose de su mirada burlona y conocedora, de algo que ni él mismo era capaz de ver.
Fue al garaje y subiendo a su Volvo, partió a casa de Bella. A la velocidad que iba no tardó mucho en llegar a su destino. Subió a su ventana - como era su costumbre desde que la vio por ves primera y se convirtió en todo lo que ocupaba su mente -, pero ya estaba dormida.
- Lo lamento... - susurró mientras le acariciaba el cabello. En realidad no sabia porqué se disculpaba exactamente, habían tantas cosas; la imprimación, su falta de atención hacia su relación, hacia ella.
Sentía que le estaba fallando de alguna manera a la chica con todo lo que había ocurrido. Se sentía culpable.
Se paró junto a la ventana observando la fría y oscura noche buscando una respuesta a sus pensamientos, a su problema.
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Entre el Crepúsculo y el Amanecer [Edward x Jacob]
FanficPara nadie es un secreto que Jacob Black odia a Edward Cullen. Lo ha odiado siempre, porque está en su naturaleza el odiarlo, pero ese sentimiento se incrementó cuando el vampiro se interpuso entre el amor de Jake por Isabella Swan. Él no se ocupa...