cap.39| Rechazo

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Abrió los ojos dándose cuenta con tristeza que estaba solo, otra vez, y que no había sido más que un sueño el tener a Edward a su lado acariciando su abultado vientre.

— Buenos días, bebé — acarició con cariño su gran barriga, sintiendo a su hijo moverse debajo de su palma. Ya habían pasado dos semanas desde que regresaron de la luna de miel y su bebé crecía cada vez más. Carlisle decía que tenía la apariencia de un bebé de siete meses, era asombroso.

Miró por la ventana tratando de descifrar que tan temprano era por la posición del sol y se sorprendió enormemente cuando lo vio muy alto.

— Wow, creo que debo agradecerte por dejarme dormir hasta tarde hoy — ah, eso era una de las cosas que se quejaba de su embarazo, su pequeño lo solía despertar muy temprano ya sea para vomitar, comer o solo para obtener caricias, por eso andaba siempre cansado en el día y no podía hacer nada más que comer, bueno de todos modos no le dejaban hacer nada, eran unos exagerados.

— Buenas tardes dormilón — miró hacia la puerta por donde Rosalie acababa de entrar viéndola parada de brazos cruzados — el desayuno está listo, ven, tienes que alimentarte.

— No tengo nada de animo de bajar las escaleras — respondió vagamente tirándose a la cama de nuevo. Su cuñada rodó los ojos acercándose a él. Amaba a Rosé, ella le cuidaba y protegía tanto, pero tenía esa exageración porque él no se perdiera sus tres comidas, y no es que él no tuviera hambre, porque si antes comía mucho ahora comía el doble, era solo que no quería bajar las estúpidas escaleras, debía ser culpa de sus hormonas revueltas el que les haya cogido odio.

— Vamos, no seas vago, Jake. Llevas todo el santo día durmiendo sin comer nada — le quitó la sabanas halándolo por los brazos para volverlo a sentar, él hizo un puchero disconforme, quería dormir un poco más.

— Nooo, dejame un poquito más — chilló infantil.

— Nada. Venga, arriba — se puso de pie mascullando maldiciones en voz baja. Caminó detrás de la rubia, y cuando llegaron al inicio de las escaleras ella sostuvo su mano ayudándolo a bajar. Le agradeció internamente porque con su gran barriga no podía ver bien donde ponía el pie.

— Buenos días — susurró al llegar a la cocina. Todos estaban allí. Si, hasta él.

El rechazo de su esposo a su bebé era un tema que lo ponía súper mal. Sabía que él estaba asustado si, y trataba de entenderle, pero no lo lograba, ¿porqué no podía darle una oportunidad como lo hicieron todos los demás? Esa era su mayor interrogante.

Ni si quiera habían tenido una conversación decente desde el día que todo se descubrió. Sólo pasaban pocas palabras cuando él le preguntaba cómo estaba o si algo le dolía, aparte de eso eran simple conocidos. Una situación bastante triste que ponía incómodo al resto.

— ¿Cómo amaneciste hoy, Jake? — preguntó Carlisle cuando Esme puso el desayuno delante de él en la mesada. Vio con ojos relucientes el tocino con una salsa extraña de la que no tenía ni idea, pero que igualmente se veía deliciosa.

— Muy bien, solo con un poco de hambre — respondió empezando a comer. Oh Dios, casi gime de lo delicioso que estaba aquello. No gimió, pero tal parece que su expresión lo delató porque escuchó la risa colectiva de los vampiros y... Miró a Edward con ojos grandes, asombrado de escuchar su risa después de tantos días él le miró devuelta sin borrar esa sonrisa preciosa que tenía y no pudo aguantarlo, así que apartó la mirada poniéndose de pie.

— ¿A donde vas Jake? aún no terminas de desayunar — Edward dio un paso al frente y él no le miró cuando contestó, aún avergonzado.

— Sólo quiero un poco de agua — siguió caminando hasta el refrigerador ignorándolos a todos, quienes actuaban tan exageradamente, como si con la simple acción de levantar un brazo se iba a romper.

Entre el Crepúsculo y el Amanecer [Edward x Jacob]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora