En una parte del mundo, donde muchos son bendecidos por particularidades, don, quizás un milagro, donde muchos quieren ser héroes pero, ¿Qué pasa cuando no eres bendecido por un don? ¿Estás enfermo? ¿Te excluyen? ¿Tampoco puedes ser un héroe?
Ser po...
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Podía verse en la televisión, en las noticias, radios e incluso murmullos de las personas; la caída del número dos del crimen organizado para ella era ver caer a un Rey en su forma más humillante y era algo que, de cierta forma, debía pasar.
Policías y héroes alrededor de la residencia del Hassaikai en la invasión que ya se sabía que ocurriría pero que Chisaki en su ambición de poder y gratitud pisó en falso obteniendo así su derrota; Arima Keiko sólo pudo tensar la mandíbula desde su sofá al ver en vivo y directo como aquel hombre del cual se había enamorado estaba ahora bajo custodia de la sociedad que tanto deseaba destruir, Dabi tenía razón: Su imperio caería por las malas.
Una parte de ella, la más pequeña que era su lado humano y racional sintió alivio porque Eri ahora estará a salvo junto a los jóvenes héroes que conoció en su universidad, por otra parte, su obsesión por Chisaki parecía gritar hasta ensordecerla; quería correr y morir en el intento de rescatarlo, de sacarlo de aquel agujero en donde lo habían tirado y huir con él hacia cualquier lugar donde nunca podrían encontrarlos.
—Kai... Amor mío...
Sus ojos cristalinos en frustración, cegados por el dolor la hacían ignorar que probablemente sólo sería la punta del iceberg referente a lo que ocurría frente a los ojos ámbar; sentirse tan oprimido, humillado y abatido al ver cómo todo lo que había trabajado se iba al caño por el capricho mismo de Shigaraki y la derrota absoluta por parte de los estudiantes de la UA High y el cuerpo de policía. Keiko podía incluso morderse las uñas de la desesperación de escuchar la voz de la periodista hablando de cómo el héroe llamado Deku había sido el ahora protagonista de la gran caída de la yakuza, ahora solo puede mantener su cabeza recostada en el respaldo llevando la mirada hacia el techo, pensando en lo mucho que puede estar sufriendo aquel castaño de hermosos ojos independientemente de sus atroces acciones.
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Y no se equivoca, ahora en la residencia del Hassaikai apresaban a todos los preceptos; Kurono Hari sentía su pecho hundirse pues al igual que Keiko sólo quería ver que los logros de Kai fueran más allá de los límites, estaba molesto, frustrado tanto que pudo llegar a sentirse arrepentido de no haberle convencido de irse a Barcelona junto a aquellas hermosas mujeres de descendencia latina.
