En una parte del mundo, donde muchos son bendecidos por particularidades, don, quizás un milagro, donde muchos quieren ser héroes pero, ¿Qué pasa cuando no eres bendecido por un don? ¿Estás enfermo? ¿Te excluyen? ¿Tampoco puedes ser un héroe?
Ser po...
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Esto probablemente no era lo que se esperaba, conocer el veredicto de los jueces humanos con o sin don encarcelar a todo el Shie Hassaikai de por vida en el Tártaro no estaba en los planes de aquel joven yakuza de tan sólo, actualmente, veintidós. Tan joven, con un futuro prometedor que sólo se adelanto a los hechos cavando su propia tumba; Chisaki podía ser el líder del mundo si así lo quisiese, si solo hubiese esperado un poco y olvidarse de Eri.
Actualmente en los rincones más profundos de aquel centro penitenciario, sólo se escucha el golpeteo constante de la puerta reforzada en acero, desde que su poder y la fuente de la misma le fueron arrebatados golpea su cabeza con suma fuerza esperando que todo sea una maldita pesadilla, sólo piensa en su padre conectado a una máquina y en la mujer que se apoderó de su corazón.
—Déjenme salir, quiero disculparme con el viejo... Quiero ir con ella... —Murmuró mientras la sangre goteaba de su frente y observaba la mancha carmín en el frío acero— Déjenme ir con ella... Déjenme vivir con ella...
Los guardias y cuerpo de salud escuchaban las súplicas del castaño a través de las cámaras de seguridad y por más que esas súplicas se escucharan todo el día, todos los días, seguían sin conocer quién era esa mujer que tanto él pide y ruega. Mientras tanto, esa mujer de veintiun años miraba el calendario de su universidad, es veintiocho de mayo, es el cumpleaños del único hombre del que se ha enamorado y aún reza por volverlo a ver aunque sea totalmente consciente que merece todo por lo que está pasando.
Pero las cosas que vivió a su lado hacen que aún lo ame, por más raras que fueran.
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Ahora Keiko está realizando su proceso de prácticas y realizar su graduación, luego de aquel "icónico" arresto, fue llamada a petición de la misma Eri ya que fue ella quien la cargó cuando vió por "primera vez" al jefe del Hassaikai ¿La razón?
—Me sentí segura cuando me abrazó. —Fueron las palabras de la niña de cabellos celestes con aquellos rubíes brillando intensamente.
Aizawa volteaba a ver a la castaña que simplemente pudo suspirar, observó sus ojeras y una sonrisa pequeña en ella luego de escuchar a la infante, pero aún así, había algo que le incomodaba en ella, algo no tenía ningún tipo de cuadre en todo lo ocurrido pero ese era el problema pues no sabía qué era lo que estaba mal.
