5.Pamela Rogers

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Corrí, sin importar que tiraba o que no tiraba, los demás chicos me miraron y me siguieron corriendo, asustados de que es lo que la chica podía llegar a hacer. Me intente acercar a ella pero en modo defensivo me apunto con la navaja, retrocedí un poco y Edmund para protegerme me puso detrás de él.

-Por favor no lo hagas.- dije intentandome acercar a ella.

-¡Déjenme en paz! ¡Solo quiero terminar con esto!- dijo ella gritando.

-No queremos que te hagas daño.- dijo Charlie acercándose a ella con delicadeza.

-¡Estoy harta de esta vida! ¡Quiero terminar con este problema!- podía ver en su mirada que estaba rota y desecha por dentro.

-Créeme que si te quitas la vida solo te traerá más problemas.- dijo Edmund con una seguridad que hizo que me entrará una duda "¿Será que él...?

-Solo quiero que esto acabe.- dijo ella llorando amargamente.

-Podemos ayudarte.- dije alejando la navaja suiza poco a poco.

-¿Cómo pueden ayudarme? Estoy completamente rota, nadie me puede ayudar.- dijo sollozando.

-De aquí nadie te puede ayudar, de hecho nadie en el mundo te puede ayudar, pero hay alguien superior que si.

-Ah si ¿Quién?

-Se llama Jesucristo, la persona que murió y revivió al tercer día, la persona que se sacrifico por todos nosotros.

-A ya entiendo quieren que me una a su secta.- dijo mirándonos enojada.

-Créeme que si él no me hubiera ayudado no estaría intentando hablar de él en este justo momento.- dijo Edmund subiendo las mangas de su playera larga haciendo mostrar algunas cicatrices en sus brazos, exactamente en sus muñecas.

-Créeme que los problemas siempre estarán, pero él prometió siempre estar con nosotros y nunca abandonarnos y créeme que él es la mejor compañía de todas.- dije para dejar claro que Dios no promete resolver todos los problemas.

-¿Qué tengo que hacer para que él esté conmigo?- dijo la chica llorando.

-Chicos ¿Se pueden quedar? Yo y William vigilaremos por si algún maestro viene.- dijo Charlie a lo que nosotros asentimos.

Nos acercamos a la chica como un abrazo cálido en invierno.

-¿Cuál es tú nombre?- dijo Edmund.

-Pamela.

-Bueno Pamela, nosotros somos unos pecadores, por todos los pecados que hemos cometidos merecemos la muerte, la muerte es la paga de un pecado, por eso estamos destituidos de la gloria de Dios, pero sabes que, Él mando a su hijo a tomar nuestro lugar, gracias a eso podemos estar en paz con Dios, y podemos tener una relación con Él, lo único que tenemos que hacer es creer en él, confiar en él, creer en el sacrificio de Jesucristo y seguirlo ¿Quieres seguirlo?- Ese sería el momento más importante de su vida.

-Si.- dijo ella con decidida con seguridad.

Le di unas palmadas a Edmund para que él le dijiera lo último que tenía que hacer. Salí un poco, para sacar un poco los nervios que tenía, aunque sentía mucha paz.

Algunos minutos después salió Edmund y Pamela, Pamela se fue con una sonrisa en sus labios diciendo:

-Muchas gracias de verdad.- se despidió con la mano y se fue.

Charlie y William se dirigieron hacia nosotros diciendo:

-¿Lo acepto?- Edmund y yo asentimos con una sonrisa a lo que los cuatro empezamos a bailar gustosos y gozosos en medio del pasillo, terminamos de bailar cuando la subdirectora nos regaño, a lo que nosotros reímos.

El camino de una luciérnaga [Novela Cristiana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora