14. En camino a Nuevas Orleans

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—Vamos Esther, ya casí vamos a salir, soló es mañana y terminamos —dijo Mateo desde el otro lado del teléfono.

—Lo sé, estoy emocionada por que voy a volver a ver a mi abuela después de casí cinco meses —dije dando saltitos de emoción en mi lugar.

—Además, déjame decirte... saliste muy alta en los exámenes, en especial el de francés, por un momento pensé que reprobariamos ese examen.

—Eso me sorprendió, subestimada mucho mis habilidades del francés pero... —de pronto veo una notificación de una llamada por Skype en mi ordenador— Perdón Mateo, me llego una llamada de mi... mamá, me tengo que ir, okey bye.

Colgué antes de que él pudiera decir algo y puse clic en aceptar, de pronto ví el rostro de mi madre. Se veía cansada y muy desgastada, me senté en una silla, sólo la veía fijamente, dándole oportunidad de dar la primera palabra, después de cinco meses.

—Hola Esther ¿Cómo estás? —dijo inexpresiva.

—Hola mamá, las cosas van muy bien por aquí —suspiré— ¿A qué se debe tú llamada?

—Bueno... si ves que se acercan tus vacaciones de invierno —asentí.

—Si, de hecho estaba planeando ir a Nueva Orleans ¿Por qué?

—Porqué, no estaremos en Nueva Orleans, a tú padre le salió un viaje hacia Ámsterdam y decidimos que pasaremos la navidad allá.

—Pero, habíamos quedado en un acuerdo que en las vacaciones los visitaría y que me iría cuando iniciarán las clases

—Pero hubo un cambio de planes, quédate en el internado, obedece Esther.

Apreté mi puño fuertemente.

—Cómo quieras —colgué rápido y me senté en el borde de mi cama.

Mis ánimos estaban por el subsuelo, estaba tan alegre por ir a casa de mi abuela, y ahora...

¿Qué haré ahora? ¿Habrá asilo para los que no se van? Creó que no ¿Tendré que dormir en la calle? ¿Qué hago?

Cerré mis ojos y baje la cabeza.

"¿Qué hago ahora Dios? ¿Qué quieres que haga? Muéstrame tus planes, por favor Papá, Amén"

Mantuve mis ojos cerrados por un rato hasta que escuché una notificación en mi computadora. Dí un pequeño salto del susto y me levanté al escritorio.

Sin pensarlo hice clic en aceptar y el rostro de mi abuela brillaba de felicidad.

—¡Hola cariño!

—Hola abuela —dije sin ánimos.

—¿Qué pasa? ¿No te alegra que en unos días verás el rostro de ésta anciana? —sonreí tontamente.

—No es eso, lo que pasa es que mis papás no van a estar y... quieren que me quede en Boston.

—¡Tonterías! —gritó—. No dejaré que mi nieta se quedé sola en navidad. Deja a tus padres que se vayan, cuando vuelvan le daré un buen estirón de oreja a Mike —Se refería a mi padre— Hija... ven a Nueva Orleans, te puedes quedar en mi casa y regresas a Boston cuando inicien las clases.

—¿Segura abuela?

—Claro, además, me hace falta compañía. Todo ha estado muy sólo desde que te fuiste —sonrió tristemente.

—No se preocupe abuela, mañana estaré con usted y le daré un abrazo tan fuerte que ni se dará cuanta de que me fui —dije alegre.

—Ya lo veremos Esther, ya lo veremos —sonrió con malicia—. Te dejó tengo que preparar unas cosas acá. Te veo mañana, Dios te bendiga mi niña.

El camino de una luciérnaga [Novela Cristiana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora