19. Mi debilidad

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Esther

—Vamos Esther, ¿Cuál es la respuesta tres? —me comentó mientras yo veía el cuestionario que nos había puesto la profesora de español.

—Ya voy Mateo —le indique mientras leía la respuesta.

Ya había pasado dos meses y medio desde que llegamos al internado de nuevo. Todo ha pasado tan rápido, logramos llegar un sábado para comenzar las clases en lunes.

Charlie había pasado la navidad en Nueva York con su familia, me había contado que conoció a varios familiares que también eran cristianos y en repetidas veces escapaban e iban a una iglesia, escondiendo el secreto a sus papás. Es algo terrible tener que esconder algo tan bonito, como guardar una joya valiosa dentro de una caja llena de basura.

Por otra parte Will viajó hacía Alemania, el lugar en donde el nació, me contó que hizo evangelista en algunas veces y que algunas personas aceptaron a Cristo en su corazón, ¡Gloria a Dios! Y que sus papás se enteraron de que él era cristiano gracias a una llamada telefónica con Charlie, pero no le dijeron nada, respetaron su decisión e incluso tenían algo de curiosidad y emoción de conocer al Dios en que creía su hijo.

Me alegró en cierta parte haber vuelto a ver a mis amigos, los extrañaba demasiado, pero no creo que tenga una comparación con todos los momentos1 que pasé con... con el narnio.

Logré contarle todo a Charlie acerca de mis aventuras en Nueva Orleans pero ella estaba aún más emocionada que yo. Edmund me contó que él le había dicho  a detalle a Will de todo lo que ocurrió en las vacaciones de invierno y que él había sonreído de la emoción.

Entregamos los cuestionarios y salimos para caminar hacía la siguiente clase. Educación Física.

—Bueno, entonces ¿Tienes novio?

—No, aún no me lo ha propuesto —me encogí de hombros—, ¿Cuál será tu siguiente clase?

Mateo se colocó frente a mí y me tomó por los hombros, tenía una mirada de emoción y a la vez de decepción hacía mi.

—¡Esther, a nadie le importa mi siguiente clase. Lo que importa es que Edmund te va a proponer ser tu novio! —negué con la cabeza.

—No lo sé Mateo. Desde que llegamos se ha comportado extraño conmigo. Como si las vacaciones de invierno no hayan ocurrido.

El corazón se me hizo añicos, dolía aceptarlo pero Edmund ya no era el mismo conmigo. Algo ocultaba, repetidas veces intenté preguntarle pero solo evade el tema y se aleja de mi, todo ésto me estaba estresando, ¿Fue una buena idea haberle declarado lo que pensaba por él? Ojalá que no, sino siento que va a ser una gran decepción.

—¡Por favor Esther! Edmund ya no es el mismo. Ha cambiado y no sólo por que llegó más fuerte, es más alegré y feliz. Ya no es frío como el año pasado, se ve más vivo, más él. Tú ayudaste a cambiarlo. ¡No seas tonta!, si él está más enamorado que nada, apostaría mis cosas más valiosas a favor de que él te ama —sus palabras me conmovieron demasiado, todo lo que decía parecía sincero.

—Dejemos la conversación para después, ¿Qué vas a hacer en la tarde?

—Estaré con mi hermano, probablemente. Desde que él tiene novia le gusta salir mucho con ella. Sino, estaré con Ethan ¿Quieres venir?

—Tal vez, te mando mi respuesta por mensaje, me tengo que ir.

—Hasta luego Esthi.

—¿Esthi? ¿Y eso? —Pregunté con una sonrisita.

—Bueno, es mi apodo para ti, Esthi, es solo para ocasiones especiales. Como tu cumpleaños, un día de celebración... tú sabes.

—¿Y éste día que se celebra? —me crucé de brazos.

El camino de una luciérnaga [Novela Cristiana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora