12. La gala de la rosa

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Y llegó el sábado de la gala. Los días pasados habían transcurrido demasiado rápido, como si hubiera alguna prisa. Edmund ya había regresado a las clases presenciales, aunque aún seguía con mi promesa y junto con Will lo acompañabamos.

La verdad estaba pensando en miles de excusas para no ir... pero supongo que sería muy buena idea salir del internado de vez en cuando.

Soló faltaban algunas horas para la gala y Charlie ya estaba algo desesperada, ya que múltiples veces me dijo "¡Esther ya cámbiate" "Esther ya báñate" entre muchas cosas más.

—¡Apúrate Esther! —me crucé de brazos y me senté en mi cama de un salto.

—Vamos Charlie ¿Qué es lo que te ocurre?

—¿A qué te refieres? —dijo poniéndose marcará de pestañas.

Mientras tanto yo me estaba poniendo unos tacones negros, aunque sea me hacían ver más alta, pero igual seguía siendo la más bajita del grupo.

—Me refiero a que todo el día has estado algo... irritada —intenté pensar bien mis palabras para no molestarla u hacerla enojar.

Se detuvo de maquillar por un momento para mirarme fijamente por un espejo que estaba frente a ella.

Me sentí muy intimidada, ella era una de las pocas personas que conocía que te podían apuñalar con la mirada y me sentía insegura de que lo hiciera.

—Esther... —se dío la vuelta para quedar frente a mí— Hace mucho que no veo a mis papás, de verdad los extraño y quiero pasar con ellos el mayor tiempo posible, antes de que vuelvan a NY. Perdón si me he comportado algo irritada, por decirlo así.

Me levante y me acerqué a ella, diciéndole:

—No sabía que te sentías así Charlie y te comprendo, yo extraño mucho a mi abuela y desearía que estuviera aquí, perdóname por no entenderte. —la abracé de una manera amistosa.

Por primera vez ella acepta un abrazo mío, la mayoría de veces forcejeaba para alejarse, pero sentía que necesitaba un abrazo cálido.

Nos quedamos así por un rato, hasta que ella se alejó apurada diciendo:

—Aún no estas lista, te falta el cabello. —me miré en un espejo y si, mi cabello era un desastre andante.

Ella me empujó a una silla y del armario trajo una tenaza de cabello, yo di un salto y dije:

—Haber, deje esa cosa lejos de mi vista, es por mi seguridad. —puse mis manos como garras de tigre y ella puso sus ojos en blanco.

—Deja de jugar, tenemos prisa. —enchufo la tenaza y comenzó a maquillarme.

Que más podía hacer, Charlie es toda una diva de Nueva York.

—¡Charlie deja mi cabello en paz! —protesté.

—Ya casi terminó Esther, falta poco. —dijo mientras soltó unos mechones de cabello.

***

Nos miramos en el espejo, ya terminadas.

Charlie llevaba un vestido ajustado, color rosa con muchas lentejuelas. La verdad, el vestido le quedaba muy bien.

Mientras tanto, yo llevaba puesto un vestido verde esmeralda, que tenía muy poco escote, casi nada y tenía una pequeña apertura en mi pierna, obviamente no mostrando de más. Las dos íbamos elegantes sin mostrar nada de más.

El camino de una luciérnaga [Novela Cristiana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora