— ¿Dónde está Alexis?— preguntó Viktor a Nathaniel.
— Sigue encerrada en la habitación. Come demasiado poco, lo suficiente como para no caer en una hipoglucemia. Lleva ya cinco días así— le informó.
Viktor apenas si la había visto pues ella se había negado a verlo, además de que no le hablaba y cuando estaban juntos en la habitación Alexis evitaba mirarlo.
— Prepara una bandeja con café moca y panecillos rellenos con queso derretido— ordenó Viktor.
— Sí, señor.
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Lexie seguía en la cama tapada con la sábana. Los morados de su cuello estaban aminorando finalmente, pero el miedo a que volviera a tener una crisis parecida a las últimas dos la mantenía sujeta a las almohadas. Lo sintió entrar, no se movió. Escuchó la bandeja cuando él la colocó en la mesita y su cuerpo que hizo ceder el colchón al sentarse.
— Alexis— dijo cariñosamente— te traje café y panecillos de queso— la animó a comer— derretido— insistió.
— No tengo hambre— respondió ella. Viktor elevó la mirada al techo, entonces se le ocurrió.
— Déjame verlas— pidió. Lexie inicialmente no entendió el qué, así que no se movió— déjame ver las marcas Alexis— ordenó.
Lentamente Lexie se fue girando hasta quedar frente a él, se incorporó en la cama y le miró fijamente. No tembló, no se sentía asustada, ni siquiera cuando la mano de Viktor se cerró en torno a su cuello.
— Fue una estrangulación con rabia, había demasiadas emociones implicadas— comentó— Yo jamás lo haría así. En dependencia de cómo se haga puede ser incluso placentero— cerró pautadamente su mano presionando, sin embargo Lexie no sintió dolor o temor. La excitación de su tacto empezaba a hacer efecto.
— Viktor— dijo ella, su voz tenía ese patentado tono sensual. Viktor sonrió interiormente, estaba funcionando.
— Come— ordenó.
Lexie pestañó confundida, cuando Viktor retiró la mano no se sintió aliviada, sino que quedó un vacío extraño en su lugar. Él le puso la bandeja cerca y ella tomó el café y dio un sorbo inicialmente pequeño, pero el hambre reprimida tomó el control y el sorbo se volvió trago.
Tomó uno de los panecillos y lo devoró en segundos, el queso manchaba sus dedos al escurrir por los bordes de sus mordidas. Viktor la observaba contento, por fin comía. Pronto hubo dejado la bandeja limpia y el vaso del café vacío.
— Finalmente— exclamó Viktor— Nathaniel ya estaba planteando alimentarte por una sonda nasogástrica— Lexie rió con el comentario.
— En realidad creo que ese es más tu estilo— reprochó ella.
— Puede ser— dijo Viktor haciéndose el desentendido.
— Dijiste que puede dar placer— su rostro volvió a adquirir esa expresión alejada. Viktor la miró fijamente.
— Sí, puede— afianzó.
— Házmelo— pidió Lexie— quiero que seas tú quien cambie esto. Reescribe lo que sucedió, márcame tú, usa lo que estaba destinado a matarme para hacerme sentir…viva—— era una súplica y una orden a la vez.
Viktor se puse de pie y se quitó la camisa, luego los pantalones y el bóxer, quedando totalmente desnudo delante de ella.
— Ponte de pie— ordenó.
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Sombras Ocultas
AcciónCuentas peligrosas: Libro I (trilogía) La vida de Lexie era un sube y baja de manipulaciones. Bajo el control de un corrupto se vio arrastrada al mundo del que tanto había intentado escapar hacía años. Ahora unos ojos azules turbios y taladrantes l...