Aunque se mantuvo dormida la mayor parte del viaje, Viktor sabía que Lexie permanecía en un estado de shock. Lo había visto mil veces antes y estaba preocupado, por eso jamás se soltaron de las manos. Las horas corrieron y nadie habló, salvo contadas ocasiones donde Nathaniel murmuró algo a su oído.
Cuando finalmente llegaron, Viktor la ayudó a bajar del avión. Ella caminaba como un zombi siguiéndolo en todo momento. No se percató de que no estaban de vuelta sino que habían llegado a algún trópico. Al entrar a la habitación que Viktor había reservado en el hotel Lexie seguía con la vista fija en el sus pies, hasta que un fuerte tirón la hizo reaccionar.
Entonces miró a su alrededor. Viktor la había empujado contra la pared del baño, el agua caliente golpeaba su cuerpo y hacía que la ropa empapada se pegara a su piel.
— ¿Qué...?— fue la primera cosa que dijo, mas Viktor la interrumpió.
— Estás sucia, límpiate— ordenó mirándola desde afuera de la bañera.
— ¿De qué hablas?— preguntó ella sin salir de debajo del agua.
— Todo ese tiempo allí a su merced y en su poder, quiero que quites de tu cuerpo la esencia de ese lugar— explicó.
Sin saber muy bien por qué, Lexie lo obedeció. Las ropas fueron cayendo al suelo en un ruido sordo, los analgésicos que en algún momento Viktor le había dado a tomar hacían efecto, el dolor era tolerable. Pronto estuvo desnuda bajo el agua, el humo de esta había empañado los cristales de la bañera y el calor era bien recibido por ella.
Tenía los ojos cerrados, por eso no vio como él se desvistió mirándola. Solo lo supo cuando sintió su cuerpo pegado al de ella, sus manos ascendiendo por sus piernas y muslos, una de ellas se detuvo en su sexo.
— ¿Qué haces?— dijo con la respiración entrecortada al sentir sus dedos entrar dentro de ella, dio un respingo y otro más cuando su otra mano alcanzó su pezón y sus dientes de clavaron en su oreja, su aliento hacía fría la zona que el agua mojaba.
— Te dije, estás sucia, voy a limpiar cada parte de tu cuerpo hasta que solo mi esencia quede en él— dijo descendiendo a besos y mordidas por su espalda, llegando a sus nalgas y entrando en ellas. Sus dedos masturbaban su vagina y presionaba su clítoris, mientras su lengua se encargaba de propinar atenciones en su ano.
— No, espera...— intentó protestar ella— allí no, allí...— su voz fue desapareciendo mientras los gemidos tomaban su lugar.
Su cuerpo recordaba ese tacto, esa forma de hacerla suya. Su otra mano ayudó a su lengua y los dedos se abrieron paso dentro de ella, ambos orificios siendo usados. Sus piernas flaquearon y se deslizó apoyada en la pared, otro dedo se integró a aquellos que la penetraban por detrás. Cuando estos cesaron su empeño, Lexie sabía lo que seguía y lo había estado deseando.
Viktor se adentró en ella, tenía que ser por detrás pues él no se consideraba con la paciencia para buscar un condón y dejarla embarazada no era una opción, pero no importaba, era igual de caliente y apretada por todos lados. Su cuerpo reaccionaba igual cada que él la embestía.
De haber podido la hubiera amarrado de pie, pero con su herida eso no era una posibilidad, así que alcanzó su corbata a solo unos centímetros de ellos y la amarró por sus muñecas a la llave que estaba a la altura de su cara. Así apoyados en el suelo, por la posición su hombro no estaba siendo forzado, debía de estar bien.
Viendo que ella no se quejaba, siguió con su envite, las penetraciones se hicieron más fuertes, los gemidos se volvieron gritos, la tensión recorrió su cuerpo y Viktor sintió como apretaba, reconocedor de aquello que tanto extrañaba. El orgasmo colmó el cuerpo de Lexie tal cual lo necesitaba y lo recordaba. El familiar calor no tardó en aparecer dentro de ella, Viktor se le había unido en su clímax.
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Sombras Ocultas
AzioneCuentas peligrosas: Libro I (trilogía) La vida de Lexie era un sube y baja de manipulaciones. Bajo el control de un corrupto se vio arrastrada al mundo del que tanto había intentado escapar hacía años. Ahora unos ojos azules turbios y taladrantes l...