Capítulo 26 Intercambio final

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La oscuridad la absorbió y una sensación de frío desesperante imperaba. Necesitaba su ayuda.

— ¿Qué quieres de mi, Alexis?— preguntó ella manteniéndose oculta entre las sombras.

— Yo no puedo ayudarlo, a este paso morirán— dijo desesperada mirando en su dirección sin ser capaz de verle el rostro.

— Lo más probable, sí— afirmó ella sin titubear, si ellos morían no era su asunto.

— Por favor, ayúdalo— suplicó Alexis al borde de las lágrimas, su voz se mostraba rota.

— No puedo, no como quieres— contestó calmada e indiferente.

— No quiero lo que piensas, ahora mismo solo me interesa que él salga vivo de esta situación, así que ayúdalo— repitió su petición sabiendo que ahora sí había obtenido su atención.

— Ya sabes lo que tienes que hacer— le exhortó mirándola fijamente, sus ojos avellana brillando entre las sombras como los de una pantera.

— Lo haré— afirmó con seguridad— pero a cambio tienes que ayudarlo, prométeme que no dejarás que nada le pase jamás. Serás su aliada, siempre.

La petición no era sencilla, pero tampoco imposible o irracional. Incluso ella sabía que aun si Alexis no se lo pedía, ella misma no podía soportar que algo le pasara a él. Culpaba de esta situación a la estúpida chica sentimental que estaba delante de ella, pero ya no había marcha atrás de cualquier forma.

— Muy bien, lo prometo— accedió y el alivio se hizo patente en el rostro de Alexis.

— Entonces ven, tómalo, el control es tuyo— cedió Alexis relajada, todo estaría bien ahora.

Alexis se quedó de pie, parada en medio de lo negro de su mente. De entre las sombras surgió una mujer idéntica a ella, su otra yo, más elegante, hermosa hasta ser casi etérea y peligrosamente letal.

Quien albergaba la verdad que Alexis no era capaz de soportar, quien poseía cada sentimiento verdaderamente malo, recuerdos oscuros que eran demasiado para Alexis, su realidad. Se mostraba enfundada en un largo y erótico vestido rojo y unos tacones de vértigo, caminó hacia ella, cada paso resonaba en la oscuridad en un sordo sonido. Cuando ella se paró enfrente, ambas se miraron.

Una a la otra.

Dos.

La misma persona.

— Llámame— le ordenó.

— Alexandra Rosenthal.

Abrió los ojos, Alexis ya no estaba, ahora era Alexandra quien mandaba en el cuerpo, su alter ego. Había cedido al control años atrás, producto del accidente sufrido y de las circunstancias problemáticas de ese entonces, ahora lo tenía de regreso y aunque quería fingir que nada pasaba y salir de allí, no solo la promesa a Alexis, sino algo en ella misma se lo impedía.

Tomó el arma del hombre a su lado, tenía buen gusto en pistolas pese a ser un incompetente al que Alexis había podido noquear. Traía una semi-automática, Una Glock 18, nada mal. Sacó el cargador, estaba por la mitad y esto causó que hiciera un chasquido de frustración con la lengua. Le disparó al hombre en la cabeza, asegurándose de matarle y no dejar cabos sueltos, para luego revisar su cuerpo en busca de otro cargador, encontró dos más en la parte interna de su chaqueta.

— Hideki, trae las cosas, cuando termine aquí nos vamos así que tenlo todo preparado— dijo sabiendo que le escucharía debido al micrófono.

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