Capítulo 38: Una velada desastrosa

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Un auto se asomó por la esquina de la cuadra, llamando la atención del grupo. Seokmin alzó la vista y agitó su mano en señal de saludo.

—Oh, ahí llegó Mingyu—comunicó Vernon—Ya estamos todos.

Minghao no evitó desviar la vista cuando el auto se estacionó. La puerta del conductor se abrió, dejando ver la alta figura del moreno salir del vehículo. Vestía acorde al clima helado y característico de la época: pantalones negros, un abrigo del mismo tono y un suéter de cuello alto blanco.

—¿Llegué muy tarde? Lo siento, estaba ocupado.

—No te preocupes—intervino Seungkwan—No pasaron más de diez minutos.

Al ingresar al local, Mingyu dirigió su vista a Minghao, pero éste evidentemente lo estaba evitando, pues le daba la espalda, preocupado de escuchar lo que le contaba Soonyoung.

Ni siquiera un saludo le había dedicado, ¿acaso habían terminado sin decirse nada?

A Mingyu le dolía que el contrario actuara con tanta frialdad, y no sabía qué hacer para enfrentarlo. A veces recordaba su antigua relación con Wonu en búsqueda de alguna respuesta, pero luego caía en cuenta de que en ese entonces no se comportó de la mejor manera con el coreano.

•••

Una vez alejados de la multitud en la entrada, y rodeados del silencio al interior del hotel, Junhui volteó a ver a Wonu nuevamente, curvando sus labios con una calidez que no parecía ser tan usual, o al menos así lo percibía el coreano. El actor le había ofrecido su brazo una vez más para entrar a la suite donde los esperaba la velada.

Wonu no evitó sentir su timidez incrementarse una vez que cruzaron el umbral de la puerta doble. Cuando llegaron al comedor se encontró con la familia Wen sentada a la espera de que llegaran.

La madre de Jun parecía satisfecha al verlos, y Wonu se daba cuenta que aquello provocaba que el semblante de su novio cambiará drásticamente. Se sentía apenado al verlo, y no podía evitarlo. A pesar de todo el daño que le causaba, quería verlo feliz y no amargado como la mayor parte del tiempo.

Se preguntaba si él era culpable en parte de que Junhui fuera de esa manera. ¿Por qué hacer sonar su joalarm no era suficiente? ¿Por qué todo su amor no podía volverlo alguien feliz?

Tal vez debía esforzarse un poco más.

Wonu sentía que nunca había visto tanta comida en una mesa desde que dejó la casa de sus padres. La serie de platillos chinos lucían tentadores al paladar, pero el coreano no sentía nada de apetito. Estaba nervioso y un nudo en su estómago le anunciaba que no podría comer demasiado.

Oyó a los Wen intercambiar algunas palabras en mandarín, y se sentía fuera de lugar. Ni siquiera podía entender el lenguaje del amor de su vida, al contrario de Minghao, y aquello lo frustraba más de lo que ya estaba.

—Wonu—murmuró de pronto Junhui, tocando su hombro.

El aludido alzó la vista inquisitivamente.

—Mi papá pregunta si te gusta el pato laqueado.

—No lo he probado.

—Dice que no lo ha probado—replicó a su padre en voz alta, demostrando la facilidad que tenía para cambiar de idioma.

Wonu aún recordaba con nostalgia al adolescente que solía ser Junhui en el club de lectura, cuando todavía articulaba con timidez el coreano.

—Oh, que lo pruebe, seguro le gustará—decía el mayor.

ʜᴀᴘᴘʏ ᴇɴᴅɪɴɢ - ɢʏᴜʜᴀᴏ & ᴊᴜɴʜᴀᴏ ˡᵒᵛᵉ ᵃˡᵃʳᵐ ᵃᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora