एक

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Para aquella joven chiquilla, pasar todo el día en un lugar de la naturaleza como este, era todo un disfrute; de alguna forma se olvidaba del martirio que era su vida

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Para aquella joven chiquilla, pasar todo el día en un lugar de la naturaleza como este, era todo un disfrute; de alguna forma se olvidaba del martirio que era su vida.

   Observaba con brillantez en sus ojos el color rosicler de aquella flor que era abrazada por sus yemas, acariciando con ternura y quietud sus pétalos, mismos que parecían decirle que todo estaba bien. Que no importaba lo cruel y triste que fuera la vida, aún después de eso quedaban miles de cosas buenas y dignas para seguir respirando.

   Permitió que el aire tan puro y fresco de ese sitio llenara su alma y su interior. En esos momentos ella estaba muy alegre y la curva en sus labios lo podía comprobar.

   —Pensé que este lugar estaría vacío.

   Una voz proveniente de un varón que podría tener la misma edad de ella (al menos a primera vista), irrumpió con la mudez del lugar.

   —También lo creí —respondió ella, recuperándose de un leve susto. No había sido capaz de detectar la presencia de aquella persona a causa de lo pérdida que estaba en el entorno.

   El joven se disponía a regresar por donde había venido, sin embargo, la muchachita lo detuvo.

   —¡Espera, no te vayas! —más había parecido una súplica para ella que un intento de hacerle cambiar de opinión—. No tienes por qué marcharte. Si también te gusta el lugar, quédate.

   —La verdad no quisiera molestarte, parecías estar muy feliz con tu soledad —respondió con timidez el chico, intercambiando miradas por un breve tiempo.

   —Siempre estuve sola aquí, pero si hemos coincidido, será por algo bueno. —Ella intentó animarlo para mantener su presencia ahí.

   Era curioso que, si aparentemente ambos visitaban el jardín con frecuencia, jamás se hubieran encontrado hasta ahora.

   —Nunca te vi en este lugar —inició la plática el joven.

   —Ni yo a ti, es raro. Tal vez podamos vernos más seguido, compartimos el gusto por estar aquí.

   —Creo que sí.

   A causa de aquellas palabras pronunciadas, él se giró para centrar su vista en ella. Sus ojos de un color olivo parecían centellar como consecuencia de admirar el paisaje frente a ellos, sonrió por verla así. Le daba la impresión de que con suerte podrían ser amigos si tenían más gustos en común. Aunque no la recordaba de algún lugar que hubiera visitado, pero, si venía aquí era porque vivían en la misma zona o al menos muy cerca.

   Tal vez había pasado desapercibida ante sus ojos, pero eso se había acabado al reunirse accidentalmente en el glorioso terreno verde. Una paz y serenidad se adentraron en su alma, de alguna forma no le incomodaba la presencia de la chica, sino todo lo contrario, se sumaba a las buenas emociones que le ofrecía el espacio. Confesaba que estaba un poquito feliz de abandonar su soledad.

   Nunca se habían visto hasta ahora y a partir de ese momento, sus imágenes serían imborrables de sus mentes.

   Nunca se habían visto hasta ahora y a partir de ese momento, sus imágenes serían imborrables de sus mentes

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MEMORIA KÁRMICA | Virgo ShakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora