La vida misma

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El sol de la tarde acariciaba suavemente el jardín, llenando el aire con una cálida serenidad

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El sol de la tarde acariciaba suavemente el jardín, llenando el aire con una cálida serenidad. Shaka y Nirvana caminaban lado a lado por el sendero de piedra, rodeados de la fragancia embriagadora de las flores. La luz dorada jugaba entre las hojas, las sombras parecía que danzaban a su alrededor.

   Llegaron a un rincón apartado del jardín, donde un banco estaba situado bajo un gran roble. Sin decir una palabra, se sentaron juntos, permitiendo que el silencio confortable los envolviera.

   La jovencita observó a Shaka, era como si los rayos del sol cayeran por su cabeza. Aquella fina nariz se robaba su mirada. No podía ni quería apartar los ojos de aquel hombre, era la belleza en su máxima expresión. Aún quería pellizcarse para comprobar que, efectivamente estaba ahí con él.

   —¿Te has preguntado alguna vez cómo sería ver el mundo a través de los ojos de otra persona?—preguntó Nirvana de repente, rompiendo el silencio.

   Shaka sonrió ligeramente, manteniendo su mirada serena. Su interrogante le parecía de lo más sencillo.

   —Cada persona percibe el mundo de una manera única —replicó—, pero a veces, cuando estamos verdaderamente conectados con alguien, podemos ver el mundo a través de sus ojos, aunque solo sea por un momento.

   La chica de gafas asintió, esbozando una sonrisa y sintiendo una fascinación con sus palabras. Admiraba como él parecía entender todo. La realidad es que él tenía un conocimiento de la vida bastante amplio, todavía sería capaz de jactarse de ello.

   —Me gustaría saber cómo ves tú el mundo. ¿Qué es lo que encuentras tan hermoso en la simplicidad de la vida?

   El Santo de Virgo abrió los ojos lentamente, permitiendo que Nirvana vislumbrara la profundidad del mar que poseía y ella no podía sentirse más que bendecida.

   —Encuentro belleza en la quietud —él contestó suavemente—. En los pequeños detalles que muchas veces pasan desapercibidos. El susurro del viento entre las hojas, el reflejo del sol en el agua, la calma que precede a la tormenta.

   Nirvana se inclinó un poco más cerca, intrigada por su perspectiva—. Nunca había pensado en eso de esa manera —admitió—. Creo que me concentro más en buscar respuestas que olvido apreciar las preguntas.

   El rubio la miró, había cierto nivel de gracia que ella le provocaba. Era tan natural y transparente. El astro solar encendía su piel dándole un tono cobrizo que solo resaltaba más sus hebras bermellón. Era como el sol ardiente.

   —A veces, las preguntas son más importantes que las respuestas. Nos llevan a lugares que nunca habríamos imaginado —hizo notar él, quien extendió una mano hacia ella y acomodó un mechón rebelde detrás de su oreja.

   Ella pegó un brinquito ante tal acto, conmocionada hasta cierto punto de aquella osadía. Lo disfrutó. Sus dedos eran largos y suaves. Nirvana acortó más la distancia entre ellos. De sus ojos brillaba la luz más resplandeciente, sentía cosquillas en el vientre y un calor en sus mejillas. Y si ella no lo hacía, no podría asegurar que él lo haría, así que se acercó con atrevimiento y selló sus labios. Él no retrocedió, sin embargo, tuvo un comienzo torpe que gradualmente encontró su ritmo.

MEMORIA KÁRMICA | Virgo ShakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora