Misterio aurino

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—Por favor, détente —suplicó su amigo con exasperación

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—Por favor, détente —suplicó su amigo con exasperación.

   —¿A qué te refieres? —le cuestionó la pelirroja, al no hallar el significado de sus palabras.

   —No nos hagamos tontos. Llevas todo el día pensando en aquel hombre al que, según tú, viste en las ruinas —explicó.

   Y vaya que tenía razón. Para la joven estudiante le era imposible desviar aquellas imágenes de su cabeza.

   Patch ya se había encargado de repetirle incontables veces que su vista le había fallado y que debería comprarse otros lentes con más graduación, o que simplemente dejara de leer tantos libros de aventura.

   Por un minúsculo momento ella desistió de las teorías que creaba su mente creativa. Instantes después se encontraba nuevamente con la imagen de esa persona en su cabeza.

   La información que poseía era nula, no existía ningún indicio que explicara la naturaleza del individuo. Con eso debería ser más sencillo para ella olvidarse del asunto, pero no, ¿por qué su alma se empeñaba con vigor a no olvidarlo?

   —Mira, ni siquiera has terminado la tarea.

   —No entiendo que me sucede —sus yemas dejaron caer el lapicero negro sobre la libreta en la que a duras penas había logrado escribir dos párrafos—, sencillamente no puedo ignorarlo.

   —Hagamos algo —el joven miró a su amiga con alegría—. Finalicemos el reporte y luego me hablarás de aquel desconocido.

   —Vale, vale —Nirvana asintió con frenesí—. Ha sido un gran motivante, gracias.

   Ella logró concentrarse más en la actividad que debía revisar.

   Ambos estadounidenses que se encontraban sobre la cama redactaban con quietud la tarea que se les había asignado. En una de las páginas de libro que empleaba para ayudarse, Nirvana, leyó sobre antiguos lugares dedicados al culto de los dioses griegos.

   No muy lejos de su ubicación actual se decía que existieron los Santuarios de Poseidón y Athena, los cuales se conocía que estaban en ruinas.

   Aquella información no le extrañó en absoluto debido a que era algo habitual en la cultura helena. Muchos dioses, muchos templos. Aunque si le pareció lamentable el hecho de que no estuvieran en pie todavía, ese tipo de arquitectura era fascinante en todos los sentidos. Había tanta dedicación y belleza en los templos griegos y no todos los que habían pasado por el territorio pensaban igual.

   Finalizada su lectura de aquel texto, prosiguió con su tarea la cual terminó no mucho después, aunque tampoco es que fuera algo de otro mundo. Claramente no encontraba la apatía en estas actividades porque estudiaba la carrera que le gustaba.

   En un principio cuando ella les comentó a sus padres su anhelo por ser arqueóloga, ellos no evitaron recomendarle otras opciones que creían más viables. Administración, contabilidad o medicina fueron las carreras que le sugirieron a su hija. ¿Arqueología? Se moriría de hambre. Tenía mucho talento que lamentaban se desperdiciaría así.

MEMORIA KÁRMICA | Virgo ShakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora