La memoria de todas las vidas anteriores queda guardada en el espíritu.
Previo a la guerra santa, una estudiante de arqueología y un Santo de Athena descubrirán que han estado conectados desde hace muchas vidas atrás, en un ciclo de reencarnaciones...
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Su corazón latía con fiereza y sentía una pesadez en el estómago que ansiaba quitarse cuanto antes. Nirvana oraba porque no fuera más que un augurio erróneo. ¿Cuánto tiempo había transcurrido ya? Le era incierto calcularlo, no obstante, sí podía sentir que había pasado un largo tiempo mientras la diosa la examinaba.
—Podemos mantenernos serenos por ahora. No parece haber rastro del dios del inframundo.
Decir que solo existía una emoción en los dos Santos de Oro, la joven estudiante y su amigo, no podía ser preciso. Ellos, aunque en calma, claramente ante el hecho de que una amenaza de esa magnitud no se manifestaba a la fecha, no podían evitar preocuparse al preguntarse en si todo había acabado así simplemente.
Bueno, Hades no habitaba su cuerpo, entonces, ¿aquella sensación inusual no era real? ¿Era real pero no se trataba de esto? Tenían bastantes dudas y sentimientos encontrados. Definitivamente no había tranquilidad del todo.
Como si la diosa leyera sus mentes, advirtió:
—Aunque eso no significa que esté libre de peligro.
«¿Qué ocurre conmigo?» pensó la pelirroja.
—¿Existe manera de que conozcamos el origen del aparente mal? —interrogó con pesadumbre el Santo de Scorpio.
—La hay, pero está fuera de mis manos.
—¿A qué se refiere, Athena? —Shaka expresó su confusión con esa pregunta.
—Hay asuntos en los que los dioses no deberían intervenir —comentó la joven deidad.
—¿Por qué? —La americana estaba llena de angustia al no obtener las respuestas que esperaba—. ¿Tan malo es lo que tengo? —No pudo evitar intercambiar miradas con Patch, quien forzaba a asimilar a su cerebro toda la información reciente.
Athena al oír sus palabras no pudo evitar sentir pena por ella. Si bien anhelaba ayudarla, ella no tenía esa capacidad y por otro lado, la vida de Nirvana no tendría sentido. Realmente no podía entrometerse en los caminos complejos a los que se enfrentaban las almas, no de este tipo.
El Karma podía ser... insólito.
—Nirvana, lo que he dicho no significa que estés totalmente perdida —manifestó en un intento de consuelo—, las respuestas llegarán a ti y tú mayor desafío será enfrentar la realidad, sin embargo, no será un camino solitario. —Finalizó por decir, mirando al rubio aparentemente imperturbable.
La diosa se acercó hasta ella y tomó sus manos entre las de ella. Sentía que Nirvana era una persona bondadosa, tal vez no tan pura como para que Hades la eligiera como recipiente, pero aún así con una esencia especial.
La estudiante sintió su cuerpo liberarse de tensión y pesadumbre ante el toque de la mujer, sus ojos no eran más que benevolentes. Era asombroso para ella el haber tenido un privilegio tan grande como conocer a un dios. La diosa se alejó y caminó hasta Shaka, quien sin contar su interrogante, estaba normalmente sereno.
