Sentir

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Decenas o incluso miles de escenas apenas de unos segundos se arremolinaron con fuerza en aquel par de jóvenes

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Decenas o incluso miles de escenas apenas de unos segundos se arremolinaron con fuerza en aquel par de jóvenes. Si solo la conexión de sus iris había provocado un evento como tal, podíamos ser testigos de aquel sentimiento tan especial profesado entre sus almas. No podría tratarse de una nimiedad.

Riendo, jugando, comiendo, caminando, llorando, conversando, en la intimidad, discutiendo y durmiendo; era mencionar tan solo una granito de arena en un vasto terreno. En todas aquellas imágenes ellos intercambiaban miradas, el jade colisionando con el celeste.

—Te conozco de toda la vida —balbuceó Nirvana, sin poder ni querer controlar el tumulto de emociones de las cuales era presa en este instante. Sentía que el corazón se le salía del pecho y el aire se le quedaba atrapado.

El Santo de Virgo se encontraba perplejo. Podía contar con los dedos de una mano las situaciones que habían quebrado su natural estado sosegado y aún así le sobrarían. Jamás tuvo que enfrentar a una sacudida como esta. El mundo a su alrededor pareció desvanecerse mientras su mente se centraba en aquellos recuerdos. Sus manos temblaban y las palabras se encerraron entre sus labios. Había tanto que quería decirle pero ninguna forma de saber expresarlo.

   —Nirvana —su nombre fue expulsado con una voz sofocada y quebrada, el palpitar en el centro de su pecho le causaba una gran opresión que no había sentido, no en esta vida. El Santo rompió el contacto y retrocedió unos pasos, las piernas le flaquearon y finalmente su armadura chocó con la pared provocando un ruido bastante considerable.

La pelirroja aún entre su conmoción se sintió más preocupada por mirar a Shaka en aquel estado, parecía otra persona, jamás lo había visto tan... vulnerable.

La modestia dejó lugar cuando ella se acercó a él para intentar tranquilizarlo. Sus manos se acomodaron en la piel de su rostro mientras él se limitaba a mirarla aún, con los ojos bien abiertos.

—¿Nirvana, estás bien? —su madre la llamó desde abajo. Sus pasos se aproximaban por las escaleras.

El corazón de la joven aleteó con mayor rapidez ante el miedo de que encontrara a un hombre vestido así en su habitación a punto de desmayarse, y pronto lo acompañaría ella. Con pasos torpes caminó rápido hasta su puerta y la abrió.

—Estoy bien mamá, solo acomodaba unas cosas.

—Ten cuidado —respondió su madre y la oyó volver a abajo.

Cuando Nirvana cerró la puerta y giró su cuerpo el Santo ya no estaba. Se preguntó por qué tuvo que marcharse tan bruscamente. Caminó hasta llegar al borde de su cama donde su cuerpo hundió el colchón, de un momento a otro pasó de sentirse efusiva a sentirse desilusionada. Sus ojos se perdieron en el espacio que anteriormente ocupaba él.



—¿Te pasa algo, Shaka? —Milo averiguó con notable preocupación. Hasta él se dio cuenta de que algo no estaba bien.

MEMORIA KÁRMICA | Virgo ShakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora