| 01 | LA ESCASEZ DE SEXO HACE ESTRAGOS EN EL RACIOCINIO

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SHOSHANNA

Seis meses.

Seis meses era el tiempo que había pasado desde la última vez que había tenido contacto íntimo con otro ser humano.
Y eso se notaba bastante. Yo lo notaba, porque en este momento no podía evitar observar como a mi nuevo jefe se le marcaban los bíceps ejercitados a través de la tela de la camisa.

Tenía "sexo" escrito en mi cerebro, pero no había nadie que reuniera las facultades para que yo pretendiera hacerlo. Mi jefe, por otro lado, no estaba mal, pero la palabra jefe implicaba mucho equipaje que cargar para solo una noche de desahogue.

Taylor Thompson era guapo. No de esos hombres que te sacan en aliento con solo mirarte, pero si atractivo. Piel bronceada, ojos castaños bastante penetrantes, costosa ropa hecha a medida y un muy buen manejo de lo que eran los negocios en el mundo de la comunicación. Lástima que era bastante vanidoso y soberbio, y de ese tipo ya había cubierto mi cuota hacía rato.

La junta que se formaba para dar rienda suelta a nuestra lluvia de ideas, no estaba dando rendimientos. Solíamos reunirnos dos veces por semana con iniciativas que ayudarán a mejorar la revista y nos dieran ese pequeño impulso que nos transportaría a la gloria. Pero eso no estaba ocurriendo.

Prácticamente me senté en la mesa y lo único que hice fue observar mi ordenador y asentir como un robot. Me sentía desanimada. Escribir columnas sobre las ventajas de la comida vegana no era lo que tenía en mente cuando me queme las pestañas estudiando en la universidad, pero por ahora no podía darme el lujo de dimitir de mi empleo. Un abogado de divorcio que pagar y la mayor parte de mi cuenta bancaria liquidada no acompañaban mis deseos de pasar los días buscando el empleo que me satisficiera.

Mi cerebro estaba frito, muchos cambios drásticos en solo días y poco tiempo para asimilarlos. Intenté poner atención cuando noté que Taylor se dirigía a mí.

— ¡Warrenhouse! —Exclamó mirando en mi dirección. Yo levante mi cabeza, con la mirada perdida —. ¡Shoshanna! —grito, con el ceño fruncido.

—Si... —respondí casi por instinto. Mi cabeza estaba concentrada en cualquier cosa menos trabajar.

— ¿Me has oído? —preguntó entornando los ojos. Todos los presentes clavaron su vista en mí.

—Sí, claro. —repiquetee con el bolígrafo en la mesa. Asentí con la cabeza simulando haber escuchado y pronuncié las palabras mágicas que tanto le agradaban —. Estoy de acuerdo.

Taylor era alguien muy fácil. Si no objetabas sus decisiones y hacías tu trabajo, no molestaba. Mi problema con el radicaba en que me deslome por un puesto en investigaciones, dejando de lado a mi esposo y su viaje para absolutamente nada, porque su primer medida como presidente de Shellpost fue poner a Harlan, su mejor amigo, en el lugar que me correspondía por derecho.

— ¡Genial! — Taylor se levantó de su asiento, y acomodo su corbata azul oscura, la cual no combinaba ni por casualidad con esa camisa verde —. Las quiero bien elegantes. Pónganse un vestido escotado o algo así, es más fácil cuando esos imbéciles piensan con el pene, se les suelta más la lengua.

Fruncí el ceño.

— ¿De qué habla? —le pregunté a Solange, quien tenía expresión molesta en el rostro.

— ¿No escuchaste? Quiere usarnos de carnada en la presentación de campaña del candidato a senador Kyle Stantton.

La sangre se me congelo en las venas. El fantasma de las navidades pasadas se hizo presente cuando esas dos palabras se pronunciaron.

SEDUCEME ©  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora