SEDUCEME © [COMPLETA]

| 09 | SEXISMO, CUESTIONAMIENTOS Y UN EX CON EL MIEMBRO FLACIDO COMO UN FIDEO

SHOSHANNA

La tarde se deslizó velozmente y, al percatarme, el reloj marcaba casi las diez. Reencontrarme con Owen resultó sumamente grato; su trato siempre había sido amable y generoso, cualidades que no asociaba con el apellido Stantton. Era demasiado parecido a Charlotte en lo que a personalidad se refería.

Si debía ser honesta, jamás imaginé que adoptaría la senda religiosa. Si no lo hubiera presenciado con mis propios ojos y escuchado con mis propios oídos, habría jurado que se trataba de otra invención de Kyle.

Lamentablemente, para las mujeres, su transformación era una pérdida. Owen era dos años mayor que su hermano, y había heredado la elegancia y belleza de Surai, a excepción de Kyle, quien era el vivo retrato de Giovanni.

Poseía una figura esbelta y bien proporcionada, destacando una estatura que se combinaba armoniosamente con su cuerpo atlético. Su porte denotaba una elegancia natural. Un rostro de rasgos suaves y expresivos, reflejaba una combinación única de herencia genética.

Después de la despedida de Owen, me encontré improvisando una serie de preguntas rápidas, con la única intención de repasar los detalles y poder regresar a casa para descansar. Sin embargo, mi propósito se vio interrumpido por Kyle, quien, absorto en su móvil, planteó una pregunta aparentemente desconectada.

— ¿Te gusta el sushi? — indagó, sin apartar la vista de su pantalla.

— Necesito que nos concentremos en lo importante, Kyle — respondí con un tono firme, experimentando la fatiga de tener que repetir la misma información una y otra vez —. Tu próximo tiempo libre es el viernes, y ya he coordinado que se realicen las fotografías ese día. Estamos manejando un plazo bastante ajustado y la elección final está pisándonos los talones.

A pesar de mi enfoque, Kyle emitió un refunfuño apenas audible, revelando su disgusto. Era evidente que mi insistencia en la planificación y el cumplimiento de los plazos no estaba alineada con sus preferencias más relajadas.

—Bien, pero podemos cenar mientras repasamos las preguntas, ¿te parece? —propuso Kyle con un gesto despreocupado.

Estuve a punto de negarme, pero su determinación de seguir su propio rumbo me dejó sin otra opción que resignarme. Mientras compartíamos la cena, encendí discretamente el grabador, preparada para lanzarle las preguntas más incisivas.

Exploré temas como la influencia de su padre en su campaña política, los riesgos inherentes a su profesión y las posibles amenazas futuras como figura pública. Hasta ese momento, Kyle no había censurado ninguna de mis preguntas, respondiendo con una mirada firme y sin divagar.

En medio de la atmósfera relajada de la cena, me di cuenta de que esta táctica informal estaba surtiendo efecto. Kyle se mostraba más receptivo, quizás influido por la atmósfera distendida y la familiaridad del entorno. Aproveché la oportunidad para explorar su perspectiva sobre temas delicados, consciente de que la sinceridad en sus respuestas sería crucial para el éxito de la campaña.

A medida que avanzábamos en la conversación, me esforzaba por equilibrar la seriedad de las preguntas con la poca seriedad de la cena. La estrategia de combinar ambos elementos parecía generar un espacio propicio para obtener respuestas más genuinas y, al mismo tiempo, mantener un ambiente cómodo y colaborativo.

Mientras las preguntas continuaban fluyendo y la cena avanzaba, noté que la dinámica estaba cambiando. Kyle, inicialmente reticente a abordar ciertos temas, ahora respondía con mayor apertura y sinceridad. A medida que la noche avanzaba, me di cuenta de que esta combinación de formalidad e informalidad estaba generando un espacio propicio para extraer información valiosa.