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Camila sonreía con superioridad e incluso con burla, probablemente estaba a punto de hacer la peor cosa que nunca haya pensado. Bueno en realidad desde que se le metió esa loca idea a la cabeza, no tuvo duda que lo haría si sus sospechas se confirmaban. y lo llegase a necesitar.

Y supo que lo necesitaría en cuanto Matthew fue elegido como CEO y peor aún heredero y accionista mayoritario de BellMot.

Recordaba perfectamente como su abuela en alguna ocasión en su adolescencia había comentado lo difícil que fue para su tía Amelia haber podido conservir a Matt, incluso habían estado al parecer una temporada en Suiza dónde al fin pudieron tener al pequeño castaño.

Gracioso pero casualmente esas fechas coincidían plenamente con los documentos amarillentos y maltratados que tenía entre sus manos en ese momento.

Hace treinta años su tía Amelia y George Garnet habían firmado una acta de adopción, en Idaho, cruzando así todo el país para tener al niño que los haría padres. Y a quien convenientemente le habían ocultado de su procedencia a sus abuelos.

Supo por su informante que se habían desecho de todas las pruebas que los ligaran a aquel lugar, pero por fortuna el lugar guardaba algunos documentos añejos en una bodega polvorienta, y con bastante dinero en juego, buscando día y noche, hoja por hoja. Se había dado con esos papeles que para Camila valían oro, ya que significaban colocarse cómo la verdadera única nieta mayor de Hank Campbell.

Camila sabía que su abuela Anne era un ser lleno de amor que sin duda hubiese amado a Matthew cómo nieto sin importar nada, por el simple hecho de que su hija lo consideraba suyo, pero Hank Campbell, un hombre frío y de apariencias, en la cual su apellido y sangre estaba por encima de todo, el jamás hubiese visto a Matt como alguien de su familia y menos como su heredero.

Ahora tenía un gran dilema, ir con la tía Amelia y convencerla de hacer un trato para que Matthew renuncie a parte de la herencia que le toca, a las acciones de BellMot que le tocan como CEO y por ende a la Dirección general de la compañía y ceder todo a Camila.

O bien, ir directamente con el castaño, de quien estaba segura no tenía idea de nada, y hecharle a perder su vida color de rosa.

Guardo inmediatamente los papeles cuando su asistente le informo que Nolan Hoolbrook estaba esperando afuera, así que lo dejo pasar, sabia que prácticamente habían terminado hace un par de días. Pero si era honesta no estaba de humor para cargar con esos dramas en esos momentos.

En cuanto vio al rubio que sostenía un pequeño estuche, recordó la infinidad de ramos de flores que había tenido que botar a la basura. Al menos esperaba que fuese una joya costosa.

-"Cami, princesa. Se que la última vez que nos vimos no fue la mejor pero estoy aquí porque me niego a pensar que lo nuestro term..." Hablaba el ojimiel pero Camila reviró los ojos y lo interrumpió de lo que parecía un discurso romántico muy barato.

-"Nolan ya entendí, voy a hacer como que la última conversación entre nosotros no existió y sigamos como siempre, Ok?" Dijo la mujer revisando ahora su correo, Nolan se acercó aún con aquella caja alargada en sus manos y la puso en su escritorio.

-"No se si quiera regresar a como estaban las cosas antes, quiero hacer las cosas bien. Sabes que te amo y..."

-"Nolan por Dios!! No estoy para estás cursilerías, eres un Hoolbrook y yo una Campbell nacimos para estar juntos. Recuerdas que eso siempre decían nuestros abuelos. Bueno pues créetelo y no me molestes mas" Menciono Camila sin mirarlo si quiera.

Nolan sonrió nostálgico recordando las tantas veces que sus respectivos abuelos, quienes eran mejores amigos, planearon un futuro para ellos. Quizá desde ese entonces el se comenzó a enamorar de la que era solo su mejor amiga.

COMPETENCIA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora