Capítulo 11: Amato mostro

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Y rozando con mis dedos la agarradera fría y metálica del cajón mi respiración se agito temerosa mirando desconcertaba la sonrisa tierna que me dirigía Thomas, si lo sabe... no puedo dejarla salir de aquí... Lucille, ayudame, por favor Lucille ayudame... no puedo hacerlo sola... No puedo matarla yo.

-La verdad, es que Isabella no es nuestra sirvienta, cosa que ya sospechabas bien por nuestra situación financiera, en realidad ella es nuestra amiga... los últimos meses es ella prácticamente quien mantiene la casa, si no fuera por ella, bueno – Edith me miró sorprendida y deje salir un suspiro de inmenso alivio cerrando los ojos con fuerza, gracias, gracias... no podría... yo no... lleve mis temblorosas manos a mi regazo y baje la cabeza, no sé como debería... reaccionar ante esto

-¿Pero... porque no me lo dijiste? – Reclamo Edith de manera sorprendida mirando a Thomas boquiabierta

-Isabella – Salte al escuchar mi nombre, me había quedado completamente temerosa y alerta, no entiendo por qué le dice esto ni porqué me mira así, sus bellos ojos lucen cariñosos y esperanzados... no comprendo

-¿Si, señor Sharpe?

-Ahora podemos dejar de fingir y decirme como siempre – Parecía más una petición pero tenía que volver a mi papel, Edith no puede verme así o sospechara que ocultamos algo más que eso, sonreí amplitud fingiendo complicidad y emoción hacia él, también una felicidad emocionada

-Thomas – Susurre su nombre sonriendo para verlo imitar mi acción bellamente en una sonrisa preciosa adornada de sus precioso dientes blancos mientras un fugaz y precioso brillo aparecía en sus bellos ojos azules lo cual me hacía sentir tan bella y me hubiese asustado si Edith lo estuviera viendo en lugar de a mí, Thomas pronto borró su sonrisa haciéndome confundir y pareció alarmarse caminando a mi to posando su mano sobre mi cuello sin tocarlo

-Por dios ¿Qué te pasó? ¿Te duele? – Preguntó mirándome y tomó cuello por detrás delicadamente mientras Edith también se acercaba a ver pero yo lo aparte ante ese acto tan íntimo que podría delatarnos

-Debió ser un animal en mi cuarto que me dejo marcas al picarme en la hora de dormir, tal vez... una araña o una polilla – Explique dándole a entender que no era nada pero el pareció descubrirme prontamente mirándome serio y sin ninguna expresión cosa que pasó en cuestión de segundos pues Edith me abrazó con fuerza mientras el bajaba la miraba tensando la mandíbula, tanta fue la fuerza con la que se me abalanzó que pronto perdí el equilibrio y me sostuve del mueble tras de mi, necesitaba que me mirara que me dijera que no estaba molesto conmigo pero no me vio más, mantuvo la mirada abajo

-Debieron decírmelo en cuanto llegue, Isabella, prometo ayudarte en lo que más pueda dentro de casa y creeme no volverás a cargar sola con los encargos de la casa – Prometió dulcemente tomando mis manos con entusiasmo y una sonrisa sincera e igualmente emocionada, sonreí débilmente ante Edith por la molestia de Thomas conmigo

-Gracias, Edith – Susurre para abrazarla dejando reposar mi cuello en su hombro aun buscando una mirada pero en su lugar el se volteo y empezo a sacar las cosas para preparar un té dejando de lado el té mortal – Deseo que estes comoda junto a nosotros, creeme que estoy bien con mis labores, no debes preocuparte de ellas, las hago gustosa, no hace la diferencia saberlo

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⏰ Última actualización: Nov 01, 2022 ⏰

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La Cumbre Escarlata (El juguete de los Sharpe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora